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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La santa que abraza

La santa india Amma, palabra que puede traducirse como 'madre', visita Barcelona los días 6, 7, 8 y 9 de noviembre para abrazar a la gente y proporcionarle así un poco de consuelo. Amma, con su sonrisa de mujer que ha sido pobre y con su envergadura de mujer planeta, que es el planeta Tierra, por supuesto, lleva abrazados hasta el momento a unos 30 millones de personas. Su nombre completo es Mata Amritanandamayi Devi, y, con este devi sánscrito, Amma se sustantiva y se impregna de la forma original de todas las diosas del hinduismo. Amma es una mujer santa y terrena de 53 años, que nació en una familia de pescadores en la aldea de Parayakadavu, en el Estado de Kerala, al sur de la India, y que desde muy pequeña eligió o se le ocurrió o necesitó consagrarse a una vida mística. Si se le pregunta cómo pasó de la pobreza al misticismo, Amma explica que hay un todo universal, y que cuando la mano izquierda siente dolor, la derecha acude a consolarla, y que tal es la actitud que ella ha tomado ante la vida, y que acaso por eso distingue entre dos tipos de pobreza, una material y otra espiritual, y que esta segunda nace de la falta de compasión y es la más importante. Movida por el afán de combatir ambas formas de pobreza, Amma ha fundado las organizaciones humanitarias Mata Amritanandamayi Math y Mata Amritanandamayi Mission Trust, las cuales se dedican a llevar por todo el mundo la caridad y el mensaje de amor supremo de su creadora, y allí donde ocurre una catástrofe, como la del tsunami del océano Índico que arruinó la costa de Kerala y la del huracán Katrina, que se plantó en Nueva Orleans con su doble velocidad (una para ricos y otra para pobres), las fundaciones de Amma llegan para construir viviendas, proporcionar ayuda médica y, sobre todo, ya se ha dicho, para ofrecer consuelo. Como reconocimiento a su labor, Amma ha recibido este año el premio Intercredos James Parks Morton.

La santa india Amma recibe a sus seguidores en el polideportivo de la Mar Bella. Su misión: abrazarlos y consolarlos

La misión, el prestigio de Amma cuenta con admiradores prácticamente por todo el mundo. En Barcelona, durante su visita de 2004, Amma reunió a cerca de 40.000 devotos y curiosos, y les dio su dharsam ('abrazo') a la mitad de ellos. Sin embargo, todo hay que escribirlo, también a la santa le ha salido algún detractor en su camino de espiritualidad. Tal es el caso del escritor ateo y de ideas comunistas Sreeni Pattathanam, asimismo natural de Kerala y ex secretario de la rama local de la Asociación Racionalista India, autor de un libro monográfico sobre Amma que despertó la cólera más material de sus seguidores.

En esta nueva visita a la capital catalana (se ha instalado en el centro deportivo de la Mar Bella, en Poblenou), Amma, que es una mujer de la que se cuenta que come y duerme lo mínimo, tiene previsto consagrarse a la meditación y al canto (hay en el pabellón un escenario con un solitario órgano Roland enfundado) y, sobre todo, a repartir su dharsam a lo largo de jornadas que van desde las ocho de la tarde hasta las cinco de la mañana y que pueden prolongarse incluso cinco horas más. Pero Amma, mística en un trono forrado de verde y de flores con una caja de pañuelos de papel en un brazo del asiento y una toallita en el respaldo, ya ha empezado esta fría mañana de lunes a abrazar a sus fieles, que hacen cola y avanzan de rodillas hacia ella, o que sentados en sillas, o en el suelo a la manera del yoga, se dejan llevar por los ragas indios del hilo musical. Muchos van vestidos íntegramente de blanco en señal de renuncia, y a quienes la visitan por primera vez la organización les ha pegado un circulito encarnado en la ropa, a petición de la santa. Una mujer joven, ya muy cerca de Amma, rompe a llorar nerviosa y desconsolada, y otra señora se abalanza sobre el regazo de la santa, y ésta la aprieta fuertemente sin dejar de sonreír, y murmura a su seguidora suaves palabras en su idioma de Kerala, y cuando deja de abrazarla le regala a su fiel un caramelo y un pétalo de rosa. Una madre le tiende su hija a Amma, y la niña se deshace en llantos, pero la santa le da un caramelo blanco, la abraza y sabe consolarla. Otros fieles, cuando llegan a la santa, le ponen un collar de flores, y ésta se lo quita de inmediato, y se lo da a una asistente sin mirarla, concentrada en sus abrazos.

Alrededor de la pista, los visitantes curiosean entre los tenderetes de guirnaldas de colores, pétalos, esencias, tes, especias, perfumes, velas, piedras que brillan, címbalos de cordones colorados, figuras con el om en relieve, libros con las enseñanzas de la Amma, discos compactos con Amma cantando en español, muñecas de Amma hechas a mano en su monasterio de la India, sesiones de masajes terapéuticos que van de 15 minutos a una hora (a 10 y 40 euros, respectivamente), astrólogos con el cartel de No interrumpan, por favor; estamos en una consulta..., y también hay en el recinto madres que acuden con sus hijos e hijas adolescentes, porque quieren enseñarles que lo material no lo es todo en la vida. Cuando le toca a este cronista el turno de ser abrazado por Amma, tiene la sensación de que la santa le canta al oído y le arrulla, en efecto, como una madre; pero uno, que es ante todo un espíritu clásico, opina que madre no hay más que una.

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