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Crónica:Fútbol | Novena jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Valencia y Espanyol capean el temporal

Quique aplica una receta conservadora y el cuadro de Valverde se resigna tras la expulsión de Riera

Robert Álvarez

El Valencia pasó por Montjuïc sin mayor gloria, ofreciendo la plena sensación de darse con un canto en los dientes con un punto frente a un Espanyol que fue mejor durante muchos minutos y que se vio obligado a plegar velas tras la injusta expulsión de Riera a la hora de partido.

Dio la sensación de que el Valencia aborda los partidos desde el convencimiento de que su misión es capear el temporal que supone contar hasta nueve jugadores sin posibilidad de ser utilizados por Quique y sus malas prestaciones en los últimos tiempos, especialmente lejos de Mestalla. Su impotencia fue manifiesta al no resolver el partido en la media hora final en la que actuó con superioridad numérica. Por el contrario, el Espanyol salió a por el partido, dominó y jugó bien a rachas pero tampoco acertó a reflejar en el marcador su superioridad cuando todavía estaba en igualdad numérica.

ESPANYOL 1 -VALENCIA 1

Espanyol: Kameni; Zabaleta, Jarque, Torrejón, Chica; Rufete (Costa, m. 56), Moisés, De la Peña, Riera; Luis García (Corominas, m. 82) y Tamudo (Pandiani, m. 85). No utilizados: Iraizoz, Jonatas, Moha y Lacruz.

Valencia: Cañizares; Curro Torres (Morientes, m. 67), Ayala, Albiol, Moretti (Cerra, m. 85); Joaquín, Pallardó (Hugo Viana, m. 56), Edu, Silva; Angulo y Villa. No utilizados: Butelle, Navarro, Jorge López y Aaron.

Goles: 1-0. M. 22. Riera hace bueno su segundo remate, cruzado, tras un doble rechace en una falta sacada por De la Peña y peinada por Tamudo. 1-1. M. 43. Silva remata un centro de Angulo.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Expulsó a Riera (m. 52) por un codazo a Curro Torres. Amonestó a Pallardó, Jarque, Ayala, Zabaleta y De la Peña.

Estadio de Montjuïc. Unos 14.000 espectadores.

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El Valencia no avisa. Le cuesta trenzar el juego y darle continuidad. Pero a la que conecta con Villa saca chispas. Cada vez que tocó el balón el delantero asturiano, fuera medio cayéndose, de rabona o asistiendo a sus compañeros, puso en vilo a Kameni. Es evidente que el caudal de juego valencianista carece de continuidad pero sus acciones ofensivas resultaron mortales de necesidad. Sus medios apenas eran capaces de conservar el balón y eso hacia imposible que Joaquín y Angulo tuvieran peso alguno en el juego.

El Espanyol completó el mejor primer medio tiempo que se le recuerda esta temporada. Silva trató de encasquillar la sala de máquinas blanquiazul persiguiendo hasta decir basta la calva de De la Peña. El medio centro cántabro, bien escudado por Moisés en la zona de recuperación, eligió con astucia sus opciones. Cuando no conectó con Tamudo o Luis García, oxigenó el juego asociándose con Jarque por detrás.

El Espanyol buscó las costuras a una defensa valencianista que rompió filas en desbandada cuando se trataba de marcar la línea del fuera de juego y demasiado expuesta a los estropicios causados por las faltas ejecutadas por De la Peña desde la medular. Es un arma archiconocida del Espanyol. De la Peña le pega seco al balón, lo pone cerca del área chica, a espaldas de la defensa pero demasiado lejos para que el portero se atreva a salir. Si Tamudo o cualquier otro blanquiazul logran tocar el cuero, la ocasión está garantizada. Así se produjo el primer aviso del Espanyol, que concluyó con una chilena desviada de Luis García a puerta casi vacía. Y así se adelantó en el marcador. La falta que saca De la Peña, el toque de cabeza de Tamudo, el rechace apuradísimo de Cañizares y el balón suelto que caza Riera. El gol premió el regreso a la mejor versión del carrilero mallorquín, recuperado de meses de ostracismo y baja forma, y también el empuje del Espanyol que ya había acumulado varias ocasiones a cargo de Riera y Luis García.

El Valencia despabiló. Sin grandes alardes equilibró el juego y el marcador. Le bastó un centro desde la izquierda de Angulo que remató Silva a quemarropa y que Kameni no pudo acabar de sacar. Pero justamente entonces, cuando el pulso se estaba poniendo más interesante, el árbitro decidió que tenía que dejar un trazo grueso en la contienda. Riera metió el brazo en una disputa con Curro Torres por un balón áereo. Los jugadores del Espanyol iban a protestar la tarjeta amarilla que suponían que iba a salir del bolsillo el árbitro. Pero apareció una tarjeta roja y Riera tuvo que irse a la ducha dejando a su equipo diezmado. Valverde dio entrada a Costa para atornillar más en la línea de medios y Quique Flores dio entrada a Morientes por Curro Torres para dotar de más pegada a su equipo. Pero nada cambió.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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