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50 nuevos seductores para 'Don Juan Tenorio'

Siete y media de la tarde de ayer: la muchedumbre que se agolpaba a las puertas del Teatro Español presagiaba un nuevo éxito de la tercera lectura dramatizada del popular Don Juan Tenorio, del autor vallisoletano José Zorrilla -tan popular el personaje como el precio de la entrada, que costaba 5 euros- .

Casi puntuales, levemente pasadas las ocho de la tarde, los 50 actores, es decir, las 50 voces elegidas para rendir visita al mito del seductor redimido, surcaron el pasillo hasta el escenario envueltos en la vibración de los intensos aplausos de los espectadores, que esperaban el comienzo de la visita sentados en confortables sillas de terciopelo rojo.

Ya en el escenario, teñido de riguroso negro tenuemente iluminado y decorado sólo con cuatro filas de sillas y siete micrófonos, los actores se repartían los asientos, conversaban y bromeaban hasta que escucharon la poderosa voz de Constantino Romero. "Las palabras no mueren, el teatro tampoco y las voces se renuevan", reivindicaron antes de comenzar. Y ahí daban precisamente una de las claves de la celebración: un año más Mario Gas, el actual director del coliseo madrileño, se las ha tenido que arreglar para reunir a 50 nuevas voces que se dejasen seducir por Don Juan Tenorio, y sobre todo al que nunca antes hubieran visitado.

Sólo dos días

Romero, que desempeñaba la función de narrador, era el único del plantel que repetía voz, y quien dio comienzo al desfile de personajes que se repartirían los siete actos: el primer don Juan, Roberto Enríquez, retaba a don Luis Mejía, interpretado por Tristán Ulloa. Habría otros don juanes: Juan Ribó, Sergio Peris Mencheta, Francisco Valladares, Toni Cantó, Nancho Novo y hasta Rosa María Sardá. También otros Mejía: Eloy Azorín, Francesc Orella. Varias doña Inés: Silvia Abascal, Montserrat Carulla, Lucía Quintana, Carmen Elías, Marina San José. Y a ellos se sumarían Pepe Ruiz, Miguel Molina, Javier Veiga, María Pujalte, Blanca Portillo... y así hasta 50 nombres del panorama teatral español. Todos, sin excepción, tuvieron oportunidad de dar un paso al frente, donde la luz ya dejaba de ser ténue, y bajo la mirada a veces distraída otras atenta de sus compañeros, leían a Don Juan Tenorio. Los otros, colocados detrás, sentados en sus sillas, también de terciopelo rojo, salían de su letargo y se animaban cada vez que la escena requería un poco de bullicio (Nancho Novo, Javier Veiga y Antonio de Chent, parecían pasárselo en grande). Delante, en el patio de butacas, esperaban silenciosos -no sonó ni un solo móvil- a que llegase su turno: cada uno de los actos mereció varios "bravos".

Este año se ha reducido la estancia de Don Juan en el Teatro Español, y sólo se quedará dos días. Mañana, en los balcones que dan a la plaza de Santa Ana, se interpretarán fragmentos de la ópera Don Giovanni Tenorio, de Ramón Carnicer.

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