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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

El capital riesgo busca profesionales de altura

El rápido crecimiento de este sector financiero está generando muchos puestos de trabajo muy bien remunerados

España ya cuenta con más de 130 entidades de capital riesgo. Esta actividad financiera, que el año pasado acumuló una inversión superior a los 4.100 millones de euros, consiste en proporcionar financiación a las empresas mediante la toma de participaciones temporales y minoritarias en su capital social. Para llevar a buen puerto este tipo de operaciones, las compañías buscan a los mejores profesionales del mercado, que deben contar con un perfil muy cualificado. Un analista con más de un año de experiencia puede llegar a cobrar un salario fijo anual de unos 40.000 euros.

Los directores de inversión suelen cobrar unos 135.000 euros anuales más una prima por objetivo, según un informe de Bao & Partners

Hace 15 años, el concepto capital riesgo era un auténtico desconocido para la gran mayoría de profesionales españoles que trabajaban en el sector financiero. Pero, poco a poco y bajo la influencia de los mercados anglosajones, algunos directivos con experiencia en la banca de inversión, la consultoría estratégica o la auditoría de grandes empresas, comenzaron en la década de los noventa a constituir entidades gestoras para realizar inversiones, "que en algunos casos superan los 100 millones de euros", explica Dominique Barthel, directora general de la asociación española de entidades de capital riesgo (ASCRI).

Ahora mismo, más de seiscientos profesionales trabajan en compañías de este tipo y se estima que a finales de 2007 esta cifra supere los mil, según las previsiones de Ignacio Bao, presidente de la firma de cazatalentos Bao & Partners Signium International, centrada en la alta dirección de capital riesgo, banca de inversión y despachos de abogados. Y según los últimos datos de la ASCRI, España se ha colocado rápidamente entre los países europeos con mayor actividad inversora, tan sólo por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania.

Lo cierto es que en tan sólo una década las sociedades de capital riesgo en España han multiplicado por 25 su volumen de inversión, pasando de 165 millones de euros en 1995 a 4.118 millones de euros el año pasado, durante el que se produjeron hasta siete megadeals (inversiones de más de cien millones de euros), según la ASCRI. Entre los principales grupos españoles se encuentran compañías como Mercapital, Ibersuizas, MCH, Catalana d'Iniciatives, Corpfin Capital Asesores, Ahorro Corporación o Impala. Entre las entidades internacionales que cuentan con sede en este país, destacan los nombres de CVC, Permin, 3i Apax, Carlyle o Advent.

Captación de fondos

Lo primero que se necesita para constituir una entidad de este tipo es definir un convincente plan para conseguir recursos económicos, que suelen encontrarse en inversores extranjeros, como los fondos de pensión y las compañías de seguros, o en los bancos y cajas de ahorro españoles. Una vez llegado a un acuerdo, estas entidades gestoras se hacen cargo del fondo de inversión creado, del que se quedan un 2% anual para pagar el alquiler de sus oficinas, así como el salario de sus empleados y de sus asesores externos.

El objetivo de estas entidades es analizar los diferentes sectores productivos del país en el que operan para localizar empresas que potencialmente pueden dar muchos beneficios en un plazo aproximado de cinco años. Una vez escogida la compañía, se insufla una importante cantidad de dinero mediante la compra de un paquete de acciones. "En orden a obtener una rentabilidad de entre el 20% y el 30%, la sociedad de capital riesgo aporta un valor añadido en forma de apoyo gerencial", afirma Barthel.

Al concluir el periodo establecido se produce la venta de acciones o desinversión. Primero se devuelve a los inversores el capital cedido más la rentabilidad prometida. Lo que queda en el fondo se reparte entre los profesionales que trabajan en la sociedad de capital riesgo; es el llamado carried interest.

La estructura profesional de las sociedades de capital riesgo se divide más o menos en tres clases, cada una de las cuales tiene su propia función, que a su vez está interrelacionada con las otras dos. El analista, por ejemplo, se encarga de examinar diferentes mercados en busca de operaciones donde el fondo pueda invertir. También identifica cómo mejorar la gestión de esas empresas, detectando si es posible reducir sus costes o si todavía se puede ampliar el mercado en el que opera. Su sueldo fijo anual es de unos 40.000 euros, según un estudio de Bao & Partners Signium International.

Por encima del analista se encuentra el ejecutivo de inversión, que, además de supervisar y validar su trabajo, participa en la identificación y negociación de las potenciales inversiones que la entidad puede llegar a materializar. En este caso, su salario alcanza los 80.000 euros anuales. El director de inversiones, por su parte, controla el trabajo realizado por los ejecutivos y se encarga de cerrar el trato con la compañía en la que se invierte. En algunos casos, incluso forma parte del consejo de las empresas participadas. Por desempeñar esta función puede llegar a cobrar hasta 135.000 euros. Eso sí, tanto el analista, el ejecutivo como el director también perciben una cantidad variable, en función de si cumplen con los objetivos programados.

Debido a la complejidad de estos procesos, las sociedades de capital riesgo han ido captando y reteniendo a numerosos talentos provenientes de la banca de inversión, la consultoría estratégica o la auditoría. A pesar de manejar enormes cantidades de dinero, estas entidades cuentan con una plantilla inferior a los 30 profesionales. Eso sí, para ser contratado, se requiere haber cursado la licenciatura de Económicas, Empresariales o alguna ingeniería, apuntan fuentes del grupo 3i, que en España ha realizado 125 operaciones con una inversión total de 1.300 millones. Estas mismas fuentes también consideran muy necesario que el candidato tenga "auténtica vocación" y sepa "trabajar en equipo".

Los MBA, por su parte, se valoran, pero no son imprescindibles para entrar a trabajar como analista, apunta Jaime Hernández, uno de los socios fundadores de MCH, que asesora un patrimonio de unos 250 millones de euros y que está pensando en incorporar a un analista en régimen de prácticas antes de final de año. A juicio de Hernández, la formación es importante, pero no tanto como la capacidad de progresión para poder pasar de analista a ejecutivo y de éste a director. "Lo que sí es muy necesario es el inglés, idioma con el que se suele interactuar con los diferentes actores económicos que rodean el sector del capital riesgo", concluye Barthel.

El aumento de la competencia obstaculiza el éxito

El auge del capital riesgo tiene su parte positiva, pero también conlleva su sombra. Así, casi ocho de cada diez firmas de capital riesgo considera que "el aumento de la competencia es un obstáculo significativo para cerrar las operaciones con éxito", según un estudio elaborado por Marsh, Mercer Human Resource Consulting y Kroll, en el que han colaborado las 100 entidades líderes de este sector en Europa.

En opinión de Fernando Claro, gerente del departamento de Riesgos Financieros de Marsh, "la competencia por las operaciones rentables es cada vez más dura, lo que fuerza a muchas firmas a trabajar más para mantenerse por delante de sus adversarios".

De esta forma, "muchas entidades están planteándose diversificar su negocio en sectores nuevos y en mercados geográficos diferentes", añade Claro. Fruto de este cambio a la hora de orientar las inversiones, "los riesgos que supone mantener las rentabilidades históricas son ahora más pronunciadas".

Por todo ello, "elegir correctamente a los profesionales es una de las mayores ventajas competitivas de este sector, en el que apenas existe movilidad laboral", señala la directora general de la ASCRI, Dominique Barthel.

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