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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Primores de lo vulgar

Juan Cruz

A los cincuenta años de la televisión -La Televisión- seguimos sorprendiéndonos de que desde esa caja, tan denostada tantas veces, siga saliendo sorpresa, rabia, melancolía. El programa de Jesús Hermida (La imagen de tu vida, en La Uno) excita esos sentimientos.

El jueves por la noche, en el borde del cincuentenario, Hermida nos puso en situación, enseguida, para que surgiera en un número supongo que notable de telespectadores el sentimiento de la rabia. Aparecieron José María Aznar, el ex presidente español, y George W. Bush, el presidente norteamericano, confraternizando.

El presidente español parecía en ese momento el director de la orquesta; estaba diciendo cosas para las que le faltaban datos. Vistas ahora esas imágenes resultan aún más patéticas, porque revelan el uso desaforado que tantas veces se ha hecho del medio. Luego le contó a Alfredo Urdaci (que ahora funge de monologuista, acaso subrayando su pasión por la ficción) que la gente le debía creer. En este mismo espacio de Hermida se destacó luego una de las imágenes más patéticas del ex presidente, que de tal modo se sustanció en Bush que incluso acabó acercándose a su acento. Y lo vimos dándole la palabra a Blair: "Tony!", exclamó, para conminarle a hablar.

Ésa fue la rabia, el sentimiento que devolvió a muchas pituitarias este regreso de aquel Aznar al escenario que usó para divulgar sus convicciones falsas. El programa estuvo repleto de otras nostalgias más felices, que llevaban a la melancolía e incluso a la ternura; vimos a Pilar Miró defenderse de la campaña que le arreglaron para destrozarla, y se salvó, con el coraje que revela la biografía que le acaba de hacer Diego Galán; apareció Pepe Martín siendo El conde de Montecristo; asistimos a la dimisión de Nixon (¡por mentir!), y escuchamos a Cecilia cantar a la España que inauguraba Adolfo Suárez...

En algún momento, Hermida dijo que íbamos a ver, también, "los primores de lo vulgar". Algunos fueron primores memorables.

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