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Reportaje:

El infierno de Finisterre

Cuatro de los seis veleros de la Vuelta al Mundo tuvieron que regresar a puerto por el temporal

El diablo era el Cabo de Hornos. La cita marcada con una equis roja en el cuaderno de los ocho navegantes de la vuelta al mundo de vela con escalas que partió el pasado domingo de Getxo. El Cabo de Hornos era la obsesión, los huracanes, el oleaje indescriptible, el riesgo para la vida, el reto humano. Nadie sabe si lo será. Lo que todos saben es que en Finisterre, en la costa gallega, llegó el temporal más absoluto que nadie previó. Los seis regatistas (dos se quedaron en Getxo por problemas con sus veleros) lamentaron el martes vientos de 140 kilómetros por hora y olas de hasta 14 metros. El británico sir Robin Knox-Johnston, el primero en dar la vuelta al mundo, reconocía que nunca había visto un temporal de tales características. "He volcado y tengo múltiples desperfectos en el barco", decía el británico cuando anunciaba su intención de atracar en el puerto de A Coruña. El también inglés Alex Thompson, el más rápido a priori a bordo del Hugo Boss, definía la situación vivida como "atroz y agresiva" y por ello se fue al puerto de Gijón a arreglar los restos de la tormenta. El español Unai Basurko decidió regresar a Getxo para arreglar el velamen, que había quedado destrozado. Su primer mensaje evitó el miedo: "Estoy bien, ya os contaré". Y todo se tranquilizó en la larga espera hasta la medianoche cuando arrivó a Getxo. A nadie se le olvidaba que en 1998 seis marinos desparecieron en las mismas condiciones en la Rolex Sidney Hobart.

"La situación ha sido atroz y agresiva", afirmó Alex Thompson, obligado a parar en Gijón
Las olas alcanzaron los 14 metros y el viento llegó a los 170 kilómetros por hora

El suizo Berbnard Stamm, que lidera la prueba, junto al japonés Shiraishi, los dos únicos que permanecen en el agua, reconocía la dificultad cuando afirmó por radio que en Finisterre "estaba teniendo tanto cuidado que mi impresión era más de navegar que de participar en una regata de competición". Ambos, con una distancia de 130 millas entre los dos veleros, se van a enfrentar a otra borrasca. "Ha tenido que ser verdaderamente terrible. La verdad es que no sé por qué se han alejado tanto de la costa, donde yo me encontraba, a apenas 18 millas. Allí ya era una auténtica pesadilla: el mar completamente blanco y las olas de 10 metros golpeando la embarcación", afirmaba un sorprendido Stamm, el ganador de la anterior edición.

Sin embargo, la apreciación de Stamm tenía algún fallo. El segundo velero que permanece a fecha de hoy en carrera, el del japones Kojiro Shiraishi, navegaba a 80 millas del cabo lucense de Estaca de Bares, es decir, el más alejado de la costa. Sin embargo, resistió el temporal que obligó a los otros cuatro participantes a atracar en puerto.

Unai Baurko, a bordo del Pakea-BBK, no perdía la esperanza. Su equipo, desde que recibió la primera información, trabajaba en la solicitud de material para reparar el velamen destrozado. Según los daños observados en el velero, Basurko espera reiniciar la marcha mañana, si el temporal no lo impide.

Será un volver a empezar nuevamente con la vista puesta en el puerto de Fremantle (Australia), a pesar de que los dos veleros que permanecen en el agua acumulen una ventaja más que considerable. Ahora mismo Basurko es sexto en carrera, con 48 horas de penalización, lo mismo que los otros tres navegantes que han hecho escala en algún puerto. El neozelandés Graham Dalton partirá hoy de Getxo una vez que tuvo que abortar su salida por problemas con su velero. De esta forma serán siete los participantes en la regata. El estadounidense Tim Troy, el único que acudía sin patrocinador y sin equipo, e hipotecado para sufragar su ambición de dar la vuelta al mundo, tuvo que renunciar ayer a participar en la prueba y enfiló hacia el puerto francés de La Rochelle para varar su velero.

Quien navega viento en popa es el suizo Stamm, que sin embargo se quedó perplejo cuando la organización le anunció que navegaba en cabeza y que cuatro veleros habían tenido que parar a causa del temporal: "Descubrir que estoy en cabeza es una sorpresa agradable. Lamento saber que otros han tenido que parar", dijo el patrón suizo. Stamm y Shiraishi navegan en las Azores, rumbo al ecuador, donde les esperan las llamadas "calmas de los doldrums", que les pueden atrapar sin encontrar el camino correcto para pasar el hemisferio sur.

El susto de Finisterre ha sido, no obstante, considerable y ha dejado huella en los participantes: "Ha sido un cambio brutal pasar de estar en tierra a esto [el temporal] sin haber navegado al menos una semana", recordaba Stamm, soprendido por la violencia de Finisterre.

La regata ha comenzado alterada y ya nada es previsible. Algunos no se recataban en señalar que al menos no se habían producido desastres personales y todo había quedado en accidentes solucionables. Unai Basurko, desde que llegó a Getxo en la medianoche del martes, se ha aplicado en señalar que su estado de ánimo es inmejorable y que lo sufrido en Finisterre "no altera sus previsiones deportivas ni sus condiciones psicológicas". Para él, la regata vuelve a comenzar.

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