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Crónica:Fútbol | Sexta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Juega el Sevilla, golea el Barça

Ronaldinho y Messi desequilibran un partido tan competido como mal arbitrado

Ramon Besa

Goles son amores y el Barcelona contó tres como tres soles ante el Sevilla, que se cargó de razón para reclamar un mejor resultado, estafado como se sintió por un colegiado que le torturó y desquició en la mayoría de jugadas decisivas en un partido estupendo. A falta de televisión, la tarde en el estadio fue solemne por el calor y el color de la grada y resultó deliciosa por la grandeza del Sevilla y la inteligencia del Barcelona.

Alejados de los máximos futbolísticos del año pasado, los azulgrana han aprendido a manejar los mínimos para sobrevivir al partido más delicado. El de ayer fue especialmente difícil para los barcelonistas, que apelaron como colectivo a los trucos más convencionales del juego y se entregaron después a sus figuras para cuadrar una jornada de una rentabilidad extraordinaria. No está fino el Barça y, sin embargo, llegará el domingo al Bernabéu como líder solitario y cinco puntos de ventaja sobre el Madrid.

BARCELONA 3 - SEVILLA 1

Barcelona: Víctor Valdés; Belletti (Zambrotta, m.29), Thuram, Márquez, Sylvinho; Xavi, Motta, Iniesta; Messi, Gudjohnsen (Saviola, m.81) y Ronaldinho (Giuly, m.74). No utilizados: Jorquera; Deco, Oleguer y Edmilson.

Sevilla: Palop: Daniel Alves, Javi Navarro, Escudé, Puerta (Dragutinovic, m. 46); Javi Navas, Poulsen, Renato (Kepa, m. 85), Adriano; Luis Fabiano (Martí, m. 46) y Kanouté. No utilizados: Cobeño; Aitor Ocio, Maresca y Duda.

Goles: 1-0. M. 27. Ronaldinho, de penalti. 1-1. M. 36. Kanouté, de cabeza. 2-1. M. 39. Ronaldinho, de libre directo. 3-1. M. 80. Messi elimina a cuatro rivales y cruza con la derecha.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Luis Fabiano, Escudé, Palop y Kanoute. Expulsó a Juande Ramos (m.69).

Camp Nou. 91.200 espectadores.

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Todavía fuera de forma, o cuanto menos superado por el Sevilla en la concepción del juego de equipo, el Barça decantó el encuentro a su favor desde las individualidades. Valdés estuvo soberbio, Ronaldinho se mostró infalible a balón parado y Messi resolvió de forma magistral una transición vertiginosa iniciada por Márquez y armada por Xavi: la pulga agarró la pelota a la salida del área, le puso el punto de pausa necesario a la jugada para ganarse espacio, eliminó después hasta cuatro zagueros con un cambio de ritmo y cruzó el cuero al palo opuesto de Palop.

El golazo de Messi convirtió en cháchara las quejas del Sevilla, que se marcó un partidazo frente a un Barcelona que acabó por renunciar a la posesión del cuero en su intento de asegurarse la victoria. Una señal inequívoca de su ambición. Hasta que los azulgrana alcanzaron el tercer gol, el partido lo jugaban los sevillistas, muy descarados y resueltos, como si jugaran de locales por decisión propia y también ajena.

Aunque la alineación invitaba a estirarse, más que nada por la presencia de dos laterales tan ofensivos como Belletti y Sylvinho, el Barcelona se recogió nada más salir alrededor de Motta y se desplegó con Ronaldinho mientras Iniesta procuraba marcar el ritmo del partido. Apostaban los azulgrana por el juego posicional, excesivamente estático, por un fútbol racional más que atrevido, interesados especialmente en no conceder ocasiones, advertidos como estaban de partidos anteriores en que tomó un gol tontamente y espantados como venían de la final de la Supercopa, en que certificaron que cuando el Sevilla toma ventaja en el marcador significa firmar la derrota.

Al Sevilla, sin embargo, le da igual jugar en campo pequeño que grande, en corto que en largo, al ataque o en defensa, contra el Barça o el Madrid. Muy fuerte físicamente y bien trabajado, el grupo de Juande Ramos aceptó la propuesta barcelonista y se fue a por el encuentro con una seguridad escalofriante, prueba de su poderío y confianza. A falta de munición en la divisoria, porque el Barça tiraba la línea de pase de área a área para no perder la pelota en el medio campo, atacó por el flanco derecho, con Navas y Alves de extremos, y descargó encantado el juego en Kanouté, un ariete de físico imperial y muy buena cabeza.

La movilidad de Kanouté contrastaba con la pesadez de Gudjohnsen, reducido en el balcón del área, circunstancia decisiva para entender por qué el fútbol táctico del Sevilla parecía mejor camino para alcanzar la victoria que el control emocional del Barcelona, encantador precisamente cuando se desboca, se planta en campo ajeno y se entrega al entrejuego de sus volantes y a la magia de Ronaldinho. Así las cosas, el marcador quedó a expensas de cualquier detalle, por no decir gesto técnico o error, aunque fuera después de una intervención arbitral como ocurrió fatalmente para el Sevilla.

Al colegiado le dio por anular sin venir a cuenta un gol de Motta en propia puerta cuando forcejeaba con Escudé y acto seguido pitó un penalti del central francés a Belletti que pareció muy discutible por no decir que Muñiz Fernández pitó a favor de viento. No perdonó Ronaldinho y el partido se abrió de portería a portería para suerte del público. Apretaba el Sevilla por el flanco de Alves y respondía el Barça con Ronaldinho. El uno dejaba hacer al otro. Tanto repicó el Sevilla que Kanouté acabó por empatar en una acción colectiva estupenda por el centro del lateral (Alves), la dejada del volante (Renato) y el remate del delantero centro (Kanouté).

Valdés era continuamente exigido porque el Barça defendía en su cancha y sólo se arrancaba al contragolpe, con las transiciones de Iniesta o en el momento en que Ronaldinho pillaba la pelota. El brasileño desequilibró nuevamente el encuentro a la salida de un libre directo, un gol que avaló las intenciones de los dos equipos. El Sevilla actuaba de manera estupenda. Ni uno de sus futbolistas quedaba al margen y desde el lateral derecho al extremo acompañaban la jugada. La excelente coreografía andaluza contrastaba con el ejercicio defensivo azulgrana, que se parapetó en su cancha, sometido por la grandeza del rival, aventado por Martí, que pesó más en el encuentro que Luis Fabiano.

Le puso el Sevilla tanto interés y ritmo al partido que hasta Ronaldinho, exhausto y disminuido por la mala pretemporada, dimitió y fue sustituido por Giuly. La retirada del brasileño dejó entonces el partido en manos de Messi, que se sintió tan decisivo como para resolver con una jugada extraordinaria, por más que los sevillistas reclamaran también falta previa de Motta.El gol fue tan bonito que embelleció la victoria azulgrana por mucho que la discutiera el Sevilla, un excelente equipo abatido por los mejores solistas de la Liga. Aprende rápido el Barça, que deja todas las pompas para el Sevilla, a cambio de quedarse con el liderato.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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