La lección del patito feo
Triunfa en Estados Unidos la versión de 'Betty, la fea' producida por Salma Hayek
Mujer, joven e hispana. Ésas son las tres minorías que América Ferrera simboliza. Las mismas que refleja su álter ego en la pequeña pantalla, Betty Suárez, de la que le separan tres horas de maquillaje. La transformación de esta belleza californiana en un catálogo de fealdad ha convertido Ugly Betty en la serie más popular de la nueva temporada en Estados Unidos.
De los 24 estrenos de los últimos días, Ugly Betty, la adaptación estadounidense de la popular telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea, es el que más expectación ha despertado, con 16,3 millones de espectadores en el primer episodio emitido por ABC. Antes, distintas versiones actualizadas del cuento de El patito feo ya engancharon a las audiencias de India, Alemania, Rusia, México y, cómo no, España.
"Betty es mucho más que la nueva Cenicienta. Es toda una heroína, pero no porque tenga superpoderes o porque se acabe transformando en una princesa, sino por lo que lleva dentro", resume su intérprete, América Ferrera, conocida hasta ahora por películas de corte independiente como Las mujeres de verdad tiene curvas.
La actriz Salma Hayek, productora de Ugly Betty, explica a su manera este fenómeno. "Es la historia de un pez fuera del agua", resumió la intérprete mexicana a la prensa durante la presentación de su nueva serie. "Y a los americanos les gustan este tipo de historias", añadió la que antaño fue estrella de las telenovelas mexicanas y que ahora se autoparodia con un pequeño papel en un culebrón de los que le gustan a Betty.
Para Ferrera, la clave del éxito está en el personaje de Betty, una joven como ella de 22 años con el que mucha gente se puede identificar, quizá no tanto en el exterior como por su interior. Toda una lección para una cultura dominada por el culto al cuerpo donde "Betty nos recuerda que tenemos mucho más que ofrecer que nuestra apariencia", añade la actriz.
Aunque la esencia de Ugly Betty sigue siendo la misma que la de Betty, la fea, la puesta en escena es diferente, más allá del inglés salpicado de frases en español que domina en el diálogo de la nueva adaptación. Como reconoce Ferrera, se nota, por ejemplo, que la televisión estadounidense tiene muchos más medios que la de otros países. "Además, la interpretación en las telenovelas hispanas suele ser más exagerada, algo a lo que el público estadounidense no está acostumbrado", apunta.
En Ugly Betty, Suárez es una joven hispana de Queens, Nueva York, que consigue contra todo pronóstico meter la cabeza en el mundo de la moda como asistente del jefe de redacción de la revista Mode, Eric Mabius (papel que interpreta Daniel Meade), un ligón que contrata a sus secretarias más por sus atributos físicos que por su capacidad laboral. También hay una malvada, Wilhelmina (la modelo Vanessa Williams), para quien Betty supone un tropezón en su carrera imparable hacia el Olimpo. Una trama sencilla donde el proceso más complicado son las tres horas de maquillaje diario que hacen de Ferrera (una actriz con más curvas que las marcadas por un Hollywood anoréxico, pero con una belleza natural que difícilmente se puede calificar como fea) la protagonista de la serie. "Yo sé quién soy, así que nunca sentí ningún complejo por cambiar de apariencia. Más bien me pareció una transformación excitante", describe la intérprete.
El proceso incluye aumentar y despeinar sus cejas con una pasta de chocolate especial para maquillaje y una peluca ligera de un color algo más oscuro que el de América y mucho más despeinada, pero sin el marcado flequillo de otras Bettys. Su fondo de armario tampoco hace mucho por aumentar su atractivo, y la ortodoncia de plástico de quita y pon hace de la sonrisa de Ferrera un puñado de metal. La guinda la ponen las gafas de pasta rojas, parte de la indumentaria de la diseñadora de vestuario, Patricia Field.
Unos lentes de uso diario para la estilista de Sexo en Nueva York o el filme El diablo viste de Prada, pero que en Suárez subrayan su aire poco sofisticado, una imagen a la que Ferrera pone el corazón. Porque como explica la actriz, es difícil no sentirse fuera de lugar como le pasa a su personaje en algunas de las situaciones más violentas de la serie, como cuando se ve vestida con ropa de diseño cuatro tallas más pequeña que la suya y rodeada de jóvenes muy por debajo del peso que les correspondería por edad. "Pero eso nos pasa a todos en algún momento de nuestras vidas. Por eso Betty es capaz de conectar con la gran mayoría".
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