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Crónica:Fútbol | Quinta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Atlético no se lo cree

El equipo de Aguirre supera a un Madrid sin juego y muy dislocado, pero siente vértigo ante la victoria

José Sámano

Superior durante una hora, al Atlético le faltó vuelo para dar un rejonazo a su vecino cuando tenía todo de cara. Frente a un Madrid futbolísticamente anémico, el equipo de Aguirre se vio tan importante con el empate que cuando tuvo al rival con diez se acomplejó. El Atlético está tan desacostumbrado a dejar huella en Chamartín que con la victoria a un centímetro sintió vértigo y dejó escapar el tren. Le faltó chicha, empuje, rabia y galones para embestir al Madrid. Y que Agüero diera en la diana. El chico, que bajo esa galbana a lo Romario esconde a un magnífico futbolista, tuvo la ocasión idónea, en el momento justo y el mejor teatro posible para encumbrarse en el fútbol español, pero en el último minuto su delicada vaselina a Casillas se perdió en el primer anfiteatro. Lo que festejó el Madrid, que casi siempre fue a rebufo y terminó por aplaudir la igualada. Su fútbol no da para mucho más, porque el equipo tiene alergia a la pelota y sólo Guti pone un punto cosmético al juego. Él condujo al Madrid al empate y Raúl bien que se lo agradeció. Nada más expuso el equipo de Capello, o lo que es lo mismo, el equipo de Emerson, un pivote funcionarial, prescindible, sobre el que gravita el teorema capellista.

REAL MADRID 1 - ATLÉTICO 1

Real Madrid: Casillas; Mejía, Cannavaro, S. Ramos, R. Carlos; Emerson, Diarra; Raúl, Guti (Beckham, m. 69) , Reyes (R. Bravo, m. 65); y Van Nistelrooy (Ronaldo, m. 81). No utilizados: Diego López; Robinho, Cassano y Helguera.

Atlético: Leo Franco; Seitaridis, Pablo, Perea, Pernía; Luccin, Maniche; Maxi, Mista (Agüero, m. 68), Petrov (Galletti, m. 76); y Torres. No utilizados: Falcón; A. López, Costinha, Ze Castro y Valera.

Goles: 0-1. M. 6. Maxi deja la pelota mansa a Mista cerca del área pequeña. 1-1. M. 37. Gran pase de Guti que Raúl remata cruzado con la derecha.

Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Perea, Mista, Mejía, Pernía, Maxi, Cannavaro y Pablo. Expulsó por doble amarilla a S. Ramos (m. 62).

Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu.

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Guti recibe diez faltas en 69 minutos

Reforzado por el temprano gol de Mista, el Atlético manejó el partido con soltura durante toda la tarde, salvo el último tramo del primer tiempo, cuando Raúl tocó la corneta. Al hilo de Luccin y Maniche, el cuadro rojiblanco domesticó al Madrid, que una vez más jugó a oscuras. De Casillas a Guti -que recibió todo dipo de estacazos rojiblancos-, sólo tiene salida con Roberto Carlos. A los demás les arde el empeine. Con la pelota en los pies el equipo se siente en tanga y desprende un fútbol dislocado. Emerson y Diarra no le dan salida por el embudo y por los costados sólo percute por la banda de Roberto Carlos y Reyes, un expreso y un extremo puro. En la otra orilla, Mejía es un lateral postizo y Raúl es un delantero al que Capello se ha empecinado en alejar del gol. Pero el capitán es terco como pocos y su incalculable valor, por más que sude en la banda, está cerca del gol. Y si el rival es el Atlético, mejor. Y si le han cuestionado y, por tanto, encendido la hoguera que tiene en el ombligo, mejor. Fiel a su cita con los rojiblancos, Raúl apareció cuando el Madrid era una escombrera y logró el empate gracias a su punción ante Leo Franco y a un excepcional recado de Guti.

Hasta que Raúl se dejó caer por el área del Atlético cuando se alcanzaba la media hora, el Madrid no había rematado una sola vez. Ni siquiera a La Castellana. Mandaba el Atlético, pilotado por Maniche, un futbolista con un dinamismo extraordinario, un jugador de doble valor: acompaña cada entrega que hace, nunca deja a la intemperie a aquél con quien se asocia. Todo discurría al dictado del conjunto de Aguirre, al que sólo faltaba que apareciera Torres, a quien hace años que se espera en este clásico. Pero si en cada derbi Raúl es el tótem del Madrid, en la ribera contraria Torres resulta siempre la gran decepción. Ayer también. Como es su costumbre en los pulsos madrileños, jugó con un punto de excitación que no le favorece en nada. Más pendiente de debatir quién sabe qué dilemas con sus compañeros y de combatir de forma pugilística con los centrales madridistas, Torres jugó su propio partido, no el que convenía a su equipo. Ni antes ni después de que provocara la tibia expulsión de Sergio Ramos, otro al que también se vio gripado desde el inicio. Más bien desde que está en el Madrid, porque en un curso ya suma cinco expulsiones.

Sin Torres al frente y con el Madrid en retirada, el Atlético se encomendó a Agüero, ese imberbe con precio de megaestrella al que Aguirre aún acuna en el banquillo. El argentino tiene aura. Camina con una pereza infinita, pero tiene un turbo en los gemelos; tiene el culo a ras de suelo, pero aprovecha un centro de gravedad tan bajo para amurallar la pelota y anudar al contrario en un ladrillo. Todo en él resulta singular y sobre él estuvo a punto de cimentarse la victoria de su equipo. Primero tras un derechazo que desvió Casillas; luego, tras un servicio de Torres, con un pase al cogote del portero local que cogió vuelo por encima del larguero. Nadie hubiera criticado que al nuevo niño del Atlético le diera un ataque de pánico y tirara al muñeco. Pero buscó una solución grandiosa, de jugador con mayúsculas.

Con la frustración de Agüero se cerró el partido para el Atlético, que hace años que no tenía tan cerca de la victoria en el Bernabéu. Un solar recalificado por Capello, un escenario majestuoso que, en otra órbita y de vuelta a la tierra, asiste contrariado a la polvorienta apuesta del técnico italiano. A la espera de Ronaldo y de que Capello rectifique, de ayer a hoy lo mejor del Madrid sigue en casa: empieza por Guti y acaba por Raúl. Así, entre uno y otro, rescataron un punto para el Madrid. De lo demás se encargó el Atlético, que con mejor esqueleto que en años precedentes, dejó pasar una excelente ocasión para dar un golpe de autoridad que le hubiera reconciliado con su historia y devuelto a los altares. Pero el Atlético viene de las catacumbas y aún vuela raso. No se cree victorias como la de ayer. Todavía le sobran complejos.

Agüero, en los últimos minutos, lanza una vaselina por encima de Casillas que se fue fuera.
Agüero, en los últimos minutos, lanza una vaselina por encima de Casillas que se fue fuera.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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