Habitaciones tras un pórtico del siglo XVI
CONVENTO DE SAN BENITO, un hotel con encanto en la localidad pontevedresa de A Guarda
Si hay alguna persona capaz de elevar a categoría artística las paredes desnudas de un convento, ésta es Antonia Baz. No sólo porque el material del cual están hechos sus sueños sea el cenobio que fundaran en 1561 los hermanos Ozores de Sotomayor junto al puerto pesquero de A Guarda, cerca de donde el Miño vierte sus aguas al mar. La propietaria del hotel Convento de San Benito se ha dado el gusto de convertirlo, además, en un museo de arte sacro y antiguo, con alguna que otra incursión por los territorios estéticos de la pintura contemporánea. Desde hace tres lustros, un pequeño hotel con encanto. A un precio, además, inmejorable.
El pórtico original conserva en sus jambas de piedra labradas los tornos por donde las monjas benedictinas despachaban sus dulces o recibían noticias del exterior. Junto a la recepción aparece una talla de san Benito originaria del siglo XVII. Un escueto claustro, ambientado con una palmera y una fuente de piedra, distribuye las dependencias de uso común: la escalinata a la planta noble, las habitaciones, un museo de azulejos hispanoárabes de los siglos XIV al XVI y una biblioteca incrustada bajo un soportal con 1.800 volúmenes de los siglos XVI al XVIII.
CONVENTO DE SAN BENITO
Categoría: 2 estrellas. Plaza de San Benito, s/n. A Guarda (Pontevedra). Teléfono 986 61 11 66. Fax 986 61 15 17. www.hotelsanbenito.com. Instalaciones: garaje, jardín, salón con chimenea, comedor. Habitaciones: 2 individuales, 19 dobles, 2 triples, 1 'suite'; habitaciones para no fumadores. No hay facilidades para discapacitados, no admite animales. Precios: de 52 a 70 euros (según temporada) + 7% de IVA; desayuno, 5 + IVA. Acepta American Express, Diners Club, Eurocard, MasterCard, Visa, 6000. Cierra del 7 al 31 de enero.
Arquitectura ... 8
Decoración ... 7
Estado de conservación ... 8
Confortabilidad de habitaciones ... 7
Aseos ... 6
Ambiente ... 7
Desayuno ... 6
Atención ... 9
Tranquilidad ... 8
Instalaciones ... 6
La evolución estilística del monumento se observa en los rellanos, las galerías, los dormitorios, herederos de las antiguas celdas en la forma, pero no en el fondo. Ahora visten tapicerías elegantes, cabeceros de madera o forja, arañas discretas, butacones de raso y otros muebles de los siglos XVIII y XIX. Bajo hornacina se exhiben tallas religiosas del siglo XV y, en las paredes, los óleos y grabados de la colección particular de Antonia Baz. Quedan restos, es verdad, de la primigenia decoración firmada por Isabel G. Tapia, aunque los toques clásicos de la propietaria otorgan mayor gravidez a las alcobas y quizá menos fluidez a los cuartos de baño. Están dedicadas muchas de ellas a las primeras señoras que tomaron el hábito en este convento, como doña Constanza, doña Florencia y doña Blanca Correa de Sotomayor. Sin olvidar a la primera abadesa, doña Beatriz Pereira de Castro.
ALREDEDORES
EL 'MONUMENTO al pescador', junto al hotel, significa la importancia que tuvo este gremio en la historia de A Guarda, conocida por algunos como la capital gallega de la langosta. Las calles de la localidad tienen perfume de mar y merecen ser recorridas de arriba abajo, por el placer de terminar el paseo a orillas del Cantábrico. Además de la iglesia de Santa María (1576), es notorio el castillo de Santa Cruz (siglo XVII). Pero el plato fuerte de la visita es la subida al monte de Santa Tecla, cuya cima, a 341 metros, es un mirador sobre la desembocadura del río Miño, el valle del Rosal y el vecino Portugal. Aquí se ubica la ermita de Santa Negra, un museo de restos arqueológicos hallados en el monte, y, en el descenso, la citania (poblado galaico-romano), en un monumental vía crucis esculpido por Julio Vicent Mengual.
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