Ellas y las mujeres

La semana pasada se estrenaron dos series españolas sobre mujeres que ayer terminaron frente a frente en la parrilla. Ellas y el sexo débil (Antena 3) ha tenido que migrar del miércoles al lunes después de la tibia acogida de la audiencia en su primer capítulo. Mujeres (La 2) ha seguido en su puesto. Las dos series son muy distintas. En el nuevo programa de Ana Obregón, la condesa Carla de Viñacorta, a la sazón presidenta de Gobierno, sucede a Zapatero en La Moncloa y lo hace esperar todo el primer capítulo para el "traspaso de poderes" porque tiene que atender "asuntos de Estado". Dichos asuntos consistían en escribir su diario matrimonial. O, más bien, el de los cuernos que le pone su marido. La serie parece ser un largo flash back que explicaría su arribo al sillón presidencial. Ayer, en la segunda entrega, el disparate cobra mayores dimensiones cuando la condesa levanta un muro en mitad de su mansión y acoge en su "ala oeste" a otras mujeres víctimas de las infidelidades de sus parejas, creando un hotel de mujeres traicionadas y humilladas.

Mujeres, dirigida por Dunia Ayaso y Félix Sabroso, es un auténtico producto de la factoría almodovariana (está producida por El Deseo, de los hermanos Almodóvar). Y lo es porque sabe crear la atmósfera, realista de puro delirante, que tienen ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o incluso Volver. Una familia compuesta por abuela, madre y dos hijas, más una amiga y una empleada, centran una historia de barrio popular sembrado de celos, venganzas, demencia senil, obesidad adolescente, libido maduro y estrés múltiple.

Hay "mujeres desesperadas" en ambos programas. Pero las de Ellas... le hacen un flaco favor a la causa femenina -si es lo que intentan- con sus absurdas frivolidades de chica rica. Globos de colores que se pinchan con cualquier alfiler de sensatez. Las Mujeres son, en cambio, más imperfectas, más débiles e imprevisibles. Piradas, pero cercanas, verdaderas. Auténticas. Preferibles.