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Reportaje:

La chapuza que condenó al 'Titanic'

Un estudio atribuye a los malos remaches el rápido hundimiento del transatlántico

Andrea Rizzi

Todo empezó en los hornos de alguna fábrica metalúrgica anglosajona, años antes de que el Titanic colisionara con un iceberg la noche del 14 de abril de 1912. Tuvo que ser en algún taller de producción de remaches, las pequeñas piezas metálicas que sueldan las junturas de un barco.

Eso es lo que cree un equipo de científicos estadounidenses, cuyos estudios apuntan a que, en el Titanic, muchas de esas piezas eran de mala calidad y más frágiles de lo ordinario, al tener el hierro un porcentaje de escorias demasiado elevado. Sin ese defecto, el casco habría aguantado el tiempo suficiente como para que sus pasajeros fuesen salvados por el Carpathia, el buque que llegó al lugar del suceso dos horas después del hundimiento. Los análisis realizados por los científicos Tim Foecke, del Instituto de Tecnología de Maryland, y Jennifer Hooper McCarty, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, señalan que entre la cincuentena de remaches recuperados y estudiados, "casi todos superaban abundantemente el porcentaje estándar de escorias admitidas", según explica Foecke en una conversación telefónica desde Maryland.

"Se habría hundido igualmente. Pero más despacio", dice Foecke. Y quizá el 'Carpathia' hubiera llegado a tiempo para salvar muchas vidas

¿Cómo acabaron en una maravilla tecnológica como el Titanic unos remaches mal hechos?

McCarty encontró en archivos británicos una respuesta plausible. "Los constructores del Titanic necesitaban una enorme cantidad de materiales. Y de mano de obra. El barco era enorme, y tenían también otros encargos en ese periodo... Los proveedores habituales no daban abasto y hubo que dirigirse a otras pequeñas empresas", dice la estudiosa desde Oregón. En alguna de ellas, probablemente, empezó a agrietarse el sueño titánico.

"Hay que tener en cuenta que la producción de remaches era un procedimiento manual que requería una formación, experiencia. También su instalación en el barco requería una formación", prosigue McCarty. "Es posible que, dadas las enormes dimensiones de la obra, fueran empleados trabajadores no adecuadamente cualificados".

Todo asume relevancia a la luz de la dinámica del impacto con el iceberg. "Creemos que hubo un primer golpe muy fuerte y luego otros cada vez menos intensos en un lado del barco", dice Foecke. La presión hizo saltar los remaches, el agua empezó a entrar. "En las zonas de los primeros golpes, ningún remache habría podido resistir. Pero en las de los últimos, los más leves, unos remaches perfectos podrían haber resistido". El Titanic habría embalsado menos agua. "Se habría hundido más despacio". Y quizá el Carpathia hubiera llegado a tiempo para salvar muchas de las 1.500 vidas allí perdidas.

El <i>Titanic,</i> a su salida del puerto de Southampton en su viaje inaugural.
El Titanic, a su salida del puerto de Southampton en su viaje inaugural.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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