Un libro de historia a cielo abierto
Un yacimiento arqueológico fecha los orígenes de Huelva hace 5.000 años
Nunca nadie, en 5.000 años, ha dejado de vivir donde hoy se eleva la ciudad de Huelva, lo que convierte a la capital en uno de los asentamientos continuados más antiguos de Occidente. Esta es la conclusión a la que han llegado los arqueólogos tras hacer públicos la semana pasada los hallazgos descubiertos en una gran excavación que se realiza en una de las zonas de ampliación del casco urbano, cerca del hospital Juan Ramón Jiménez.
Hace cinco milenios, la península de tierra donde se asienta Huelva se adentraba en mar abierto. Todavía no existía la ría formada por la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel. En un importante punto estratégico por su altura y por encontrarse en una de las vías de acceso más estrechas a dicha península, vivía hace 5.000 años una comunidad de hombres y mujeres. Residían en cabañas y dedicaban sus vidas al cultivo y a la recogida de productos del mar, como los moluscos bivalvos.
"Lo más antiguo que hemos encontrado son restos de cabañas de finales del Neolítico, acompañados por silos de alimentos", explica Diego González, director de proyectos de obras civiles de Ánfora, empresa de arqueología encargada de la excavación en colaboración con la firma Cota Cero y que ha contado con el asesoramiento de la Universidad de Huelva.
En conjunto, lo que los investigadores han hallado es el asentamiento humano más antiguo de la península de tierra donde se asienta Huelva. "Lo estamos datando en el Neolítico final, en torno al tercer milenio antes de Cristo", explica González. Con este registro, realizado gracias a los restos encontrados, los orígenes últimos de la ciudad se retrasan en el tiempo unos 2.000 años. "Los restos más antiguos de Huelva hasta ahora, que estaban localizados en el cabezo de San Pedro, se situaban alrededor del año 1000 antes de Cristo (...) Evidentemente, con el nuevo yacimiento no podemos hablar de ciudad. El concepto de urbanismo es más moderno. Sólo podemos hablar de fenómeno urbano más o menos estructurado alrededor del año mil, ya en época tartésica".
Lo más destacable es la continuidad en el espacio y en el tiempo de la presencia humana en el lugar. "En muchas partes hay yacimientos mucho más antiguos, también en la provincia de Huelva. Pero siempre con lagunas, por procesos de abandono, que no se conocen o faltan. Aquí lo tenemos todo, gracias en parte a que está muy circunscrito por la formación geológica de la zona. Un lugar que finalmente ha terminado siendo un asentamiento en forma de ciudad a la que se le ha llamado Huelva".
Aquella comunidad se transformó a lo largo de siglos y milenios; múltiples civilizaciones dejaron su impronta sobre las huellas de los primeros habitantes, pero nunca nadie dejó de vivir allí. Tartesos, íberos, romanos, visigodos o musulmanes dejaron claves para interpretar su vida, en forma de útiles de labranza, restos de habitación o necrópolis.
De todo ello queda un registro fósil. Una especie de película de miles de años de duración en la que la sucesión de las principales secuencias se dispone en distintos estratos. Del conjunto, los investigadores destacan los 33 ídolos cilíndricos de piedra y hueso fechados hacia el 3000 antes de Cristo, entre finales del Neolítico y el Calcolítico. Son piezas halladas in situ en dos depósitos.
Sobresalen, además de por su número, que supera a la veintena de figuras de este tipo de la que se tenía constancia hasta ahora en España, por haber sido encontradas en su contexto original, "justo en los mismos lugares donde las dejaron las últimas personas que hicieron uso de ellas", explica González, quien señala la preciosa información que esto puede ofrecer. Y es que, hasta ahora, este tipo de figuras siempre se habían hallado fuera de su contexto original, con lo que se perdían datos claves para los investigadores acerca de la forma de pensamiento de las personas que las hicieron.
Otro aspecto básico de la excavación que destaca Diego González es que se ha descubierto lo que parece ser un complejo y extenso sistema de cultivo protohistórico, del que quedan restos de zanjas regulares en el suelo que siguen distintas orientaciones y tienen distinta longitud y de las que todavía se desconoce exactamente su utilidad. "Es la primera vez que documentamos algo semejante en España y estamos comprobando si hay algo semejante en el resto de Europa", comenta.
Con este descubrimiento se abren muchas incógnitas. "Por ejemplo cómo, cuándo y por qué este sistema de cultivo o qué significaban los ídolos cilíndricos", pregunta Diego González. "Aquí hay para escribir todas las tesis doctorales que tú quieras", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.