Emilia García, 'La Pixarra', seguidora del Real Oviedo
Asistió a la mayoría de los partidos del club ovetense durante 80 años
"El Oviedo es el único vicio que tengo y no lo abandonaré hasta que me muera. Y ese día irán todos a mi entierro porque yo soy su güela", solía decir Emilia García Fernández, la más ilustre seguidora del Real Oviedo, conocida popularmente como La Pixarra. El pasado día 7, La Pixarra fallecía, a los 99 años de edad, en la residencia en la que estaba ingresada desde hacía tres años.
Ovetense de pura cepa, comenzó a trabajar a los 12 años como repartidora del periódico El Carbayón, pasando después a La Voz de Asturias. Compaginó ese trabajo con el de asistenta y cocinera en domicilios particulares hasta los 72 años, edad a la que, contra su voluntad, se jubiló.
Vio nacer al Real Oviedo, en 1926, equipo del que inmediatamente se hizo socia. De baja estatura, mirada profunda y verbo ingenioso y resabiado, pronto se hizo famosa entre los aficionados azules. Acudía al campo con un tirachinas para amedrentar a los linieres que, a su juicio, perjudicaban al Oviedo. En los años noventa, las cámaras de Canal Plus la captaron intentando dar un paraguazo a un árbitro. De ahí a la fama mediática. Cada vez que el canal retransmitía un partido en Oviedo, Michael Robinson grababa unos minutos con ella. Su espontaneidad la convirtió en una pequeña estrella del mundo del fútbol.
Se situaba siempre detrás de los banquillos. Cada vez que su equipo del alma marcaba un gol, ella comenzaba a llorar. "No sé si es el último que voy a ver", decía. Era respetada por mayores y pequeños. Primero porque se lo había ganado y después porque nunca se sabía por dónde podía salir. Se las sabía todas y buscar la broma fácil con ella era un riesgo poco recomendable. Era tal su amor por el fútbol y su fama en la ciudad, que el primer campo de hierba sintética municipal, inaugurado por ella en 1995, lleva el nombre de La Pixarra y un busto suyo preside la entrada.
Hace unos meses, varios directivos del Real Oviedo se acercaron hasta la residencia en la que estaba ingresada para rendirle un más que merecido homenaje. Ella, que ya casi no conocía a sus familiares, les recibió tarareando el himno del Oviedo. A su funeral, como la propia Pixarra predijo, acudieron representantes de todos los estamentos de la sociedad ovetense, a decir adiós a la aficionada más ilustre y fiel que ha tenido el Real Oviedo.
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