En Etiopía
Un buen periodista nunca debe ser protagonista de la noticia. A ver, no se si esto es un axioma de las escuelas de periodismo -nunca he ido a ninguna-, o si lo he leído en alguna parte, o si me lo ha contado algún susodicho, es decir, algún buen periodista que por suerte conozco alguno. El caso es que el asunto tiene su lógica, o estás de un lado o estás del otro, nunca en ambos a la vez. Por otra parte además, el hecho de escribir en un periódico no implica ser periodista. Aquí estoy yo por ejemplo, y tantos otros.
Mi bici y yo vamos ahí día a día, anónimos en el pelotón hasta ayer, que era un día de lucha en solitario y tuvimos que dar ya la cara. Trato de ser protagonista y utilizo las armas a mi disposición, un par de piernas y un par de pedales. Pero no hay manera, otros me roban el protagonismo, por no dejar, ni siquiera me dejan escaparme, y estoy pensando que a ver si me van a tener manía, aunque no lo creo. Pero como mal menor, tengo estas líneas para resarcirme, aquí sí que puedo hacerlo. En mi faceta de juntaletras puedo hablar de lo que me venga en gana, por ejemplo de mí mismamente. Y como no soy periodista sino ciclista, tampoco estoy cometiendo ninguna traición a los principios, así que como ayer me lanzo ahora mismo por la rampa de salida.
Aparecía el viernes un titular curioso en un diario deportivo: "La Vuelta de Horrillo comenzó en Etiopía". Viendo la coincidencia del apellido y parecido con un servidor del individuo que aparecía en la foto del artículo, algún incondicional tendría derecho ahora a preguntarme: ¿cómo, y tú todos los días dando la brasa por aquí con otras historias y aún no nos has contado nada de todo eso?. Pues sí, pero quizá ningún día vino a cuento. Yo creo que esperaba tener al menos un buen día, y ese día sí hubiese salido la historia a colación. Habría contado que todo esto empezó en Etiopía, gracias a Abay, que es el nombre de mi hijo. Pero ese día no ha llegado aún -y está complicado que llegue-, confirmo ahora que sí, que ese era yo, y que mi Vuelta empezó en Etiopía.
Fui allí junto con mi mujer en busca de mi hijo. Lo habíamos adoptado y lo conocíamos tan sólo por una foto tamaño carné. Así que fuimos lo antes que pudimos. Me faltaba un mes para la Vuelta, pero no podía estar sin entrenar, así que allí me fui con mi bici con intención de entrenar. Un día, mientras salía a entrenar, coincidí en la recepción del hotel con la tripulación de un vuelo de las aerolíneas holandesas. Vieron mi ropa del Rabobank, mi bici, mi casco, mis gafas; pensaron rápidamente que aquello era Addis Abeba, capital de Etiopía, Africa, y su reacción fue, tras la sorpresa, mirar a los lados buscando las cámaras ocultas. Fue gracioso. Me dijo uno entonces, te has equivocado, aquí no es el Tour de Francia. Pero sí la Vuelta a España, pienso ahora que le tenía que haber contestado.
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