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Reportaje:Mundial de baloncesto 2006 | Una gesta inolvidable

Generaciones de oro

Superada la época de los pioneros con talento innato, el baloncesto encadena los éxitos españoles

Durante muchos años, el deporte español se nutrió sólo de una generación espontánea que brilló en situaciones de máxima dificultad. Fueron los pioneros, con un talento innato, capaces de luchar contra unos rivales a los que no podían compararse en medios y que suplían sus deficiencias con una voluntad de hierro y el desespero al que suele llevar la necesidad. Aquellos nombres legendarios -Ángel Nieto, Severiano Ballesteros, Paco Fernández Ochoa, Manuel Santana, Federico Martín Bahamontes, Fernando Martín- abrieron una puerta. Después llegó la tecnificación y hubo una primera generación de deportistas que aprovecharon la explosión y las nuevas infraestructuras. Tras los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, el deporte español vive instalado ya en una segunda generación de deportistas capaces de competir al máximo nivel.

El momento en el que se pasó página coincidió con los Juegos Olímpicos de Barcelona
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El Mundial de baloncesto es la última muestra de un panorama que ha cambiado de forma radical. Sus referentes eran hasta el momento las medallas de plata: en los JJ OO de Los Ángeles 84 y en cinco Europeos. Al igual que ocurría en otros deportes de equipo, las selecciones realizaban grandes hazañas, pero sucumbían en cinco o diez minutos fatídicos, incapaces de soportar la presión en los momentos cruciales.

Era lo mismo que ocurría en el balonmano. Los referentes hasta el año pasado eran siempre medallas de plata o bronce, tanto en los Europeos como en los Juegos, todas ellas conseguidas por el mismo entrenador, Juan de Dios Román. Hizo falta una renovación radical, la entrada de un técnico joven con otras ideas y la incorporación de algunos jugadores casi inéditos internacionalmente para que se rompieran aquellas dinámicas. Así fue como en 2005 España ganó su primera medalla en un Mundial y su primer oro en Túnez.

Lo que antes eran finales ahora son títulos. Y el momento en que se pasó la página probablemente fueran los Juegos de Barcelona, cuando las autoridades españolas descubrieron la absoluta necesidad de invertir y planificar en el desarrollo del deporte. Fue así como llegó la explosión del hockey sobre hierba femenino, como el dream team de waterpolo engrosó un palmarés brillante, como el hockey sobre patines fue ampliando sus logros históricos, como pudo llegarse incluso a conseguir un título mundial de fútbol sala o como Fermín Cacho consiguió elevar el listón del atletismo al ganar la carrera olímpica de los 1.500 metros.

Incluso el fútbol se sumó a la gran fiesta con el oro olímpico en 1992, convirtiéndose en el referente que hasta entonces había marcado la Eurocopa de 1964, después de que Luis Suárez se convirtiera en el único español en ganar el Balón de Oro (1960). Sin embargo, el fútbol sigue manteniendo una deuda pendiente porque nunca ha conseguido superar la cuarta posición del Mundial de 1950. El último intento se frustró este mismo año en Alemania: España cayó en los octavos de final.

Individualmente, el crecimiento del deporte español no tiene tampoco parangón. Existen dos claros referentes que se han convertido en iconos sociales: Fernando Alonso y Rafael Nadal, dos hombres que, al igual que Miguel Indurain en su momento, han abierto una nueva dimensión no sólo por lo que han logrado, sino también por las expectativas que han generado y los rivales con los que se batieron.

Alonso logró el título de campeón mundial de fórmula 1 cuando antes que él no había habido ni un solo piloto capaz de ganar una carrera en la máxima categoría del automovilismo internacional. Y Nadal, con 20 años, es el último eslabón de una etapa que comenzó con Arantxa Sánchez Vicario y Sergi Bruguera y parece capaz de elevar el listón del deporte de la raqueta a cotas insospechadas. En el tenis, Arantxa y Conchita Martínez ganaron cinco títulos de la Copa Federación. Pero la Copa Davis se resistió hasta 2000, cuando explotó Juan Carlos Ferrero, y 2004, cuando Nadal comenzó a mostrar su poderío.

Ocurrió algo similar al ciclismo, en el que Indurain ganó cinco ediciones del Tour y dos del Giro de una tacada, reimpulsando un deporte en el que Óscar Freire, tricampeón mundial, y Óscar Pereira, ganador este año del Tour, le cogieron el relevo.

Sin embargo, hay algunos referentes que siguen encallados todavía en épocas remotas. Nadie ha ganado en Wimbledon desde Santana, aunque Nadal podría hacerlo. Nadie ha vuelto a ganar el Open Británico de golf, desde Ballesteros, a pesar de José María Olazábal y Sergio García. Nadie ha ganado otro oro olímpico en esquí desde Paquito Fernández Ochoa. Nadie ha vuelto a ser campeón mundial de 500cc (MotoGP actual) desde Àlex Crivillé en 1999, aunque Dani Pedrosa parece en el camino. Nadie ha sido campeón mundial de rallies como Carlos Sainz en 1990 y 1992, pero Dani Sordo está al acecho. Son algunos de los logros pendientes de esta segunda generación de oro que no tiene metas.

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