"No sirve para medirnos"
Lo raro en el caso de Pablo fue que no tuvo que intervenir en ninguna jugada en desventaja. No robó ningún balón. Sus acciones resultaron tan escasas que cabe preguntarse si tuvo ocasión de pensar en otra cosa que no fuera el partido. Tuvo tiempo de hacerlo. La prueba es que, preguntado por los mano a mano que recordaba, no fue capaz de contabilizar ninguno: "¿Mano a mano? No recuerdo ninguno".
Contra Liechtenstein, el equipo español vivió una de esas noches de reposo y relajación. "Uno de esos partidos que hay que jugar", como dijo Pernía, reconociendo cierta incapacidad para elevar la tensión competitiva. A excepción de Puyol, que no sabe discurrir por el fútbol sin ir al límite, los demás no conocieron la ansiedad. Pablo fue el menos atribulado. Albelda, el medio centro defensivo, ni se despeinó. El valenciano, eso sí, no tiene los escrúpulos de Pablo, y habló sinceramente: "Estos rivales de tan poco nivel no sirven para medir al equipo. Te dan tanto el balón, se meten tan atrás, que es difícil mantener un ritmo alto. Igual terminábamos metiéndoles dos, que tres o que nueve".
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