"Mecano llenó mi juventud, mis años locos"
El piloto Pedro Martínez de la Rosa sólo iría a una isla acompañado de sus tres mujeres
No, no, no", responde el piloto Pedro Martínez de la Rosa (Barcelona, 1971) cuando se le propone viajar a una isla con tres tesoros como únicos compañeros. "No entendería eso sin mis tres mujeres", afirma. Ellas son su esposa, Reyes, y sus dos hijas, Georgina, de tres años, y Olivia, de uno. "Mi vida no podría entenderse sin las tres". Tras pensarlo un poco, De la Rosa logra imaginar un paisaje idílico, rodeado de palmeras, una playa de arena blanca, bañándose en aguas transparentes y pescando subido a una barca improvisada.
El panorama no le desagrada. Acostumbrado al ruido de los motores, al constante ajetreo del paddock, a la tensión de las carreras de coches y a la constante demanda de autógrafos y fotografías de los aficionados, a De la Rosa no le parece mal tomarse un descanso imaginario. Desde que debutó, en 1999, en la fórmula 1 con un Arrows, ha disputado 66 carreras, algunas de ellas memorables. Pero ninguna como la del pasado día 6 en el circuito de Hungaroring. La marcha del colombiano Juan Pablo Montoya del equipo McLaren Mercedes dejó un volante vacante que pasó a ocupar De la Rosa, hasta entonces piloto de pruebas de la escudería británica.
A sus 35 años, era una oportunidad de oro. Tal vez la última. Y no la desaprovechó. En su tercera carrera, el Gran Premio de Hungría, De la Rosa subió al podio y concluyó la carrera en segunda posición. Fue el mejor resultado de su vida en la fórmula 1 y le sirvió para demostrar que seguía siendo un piloto de altísimo nivel. Después, el parón de tres semanas en el Mundial de Fórmula 1 le permitió tomarse unas vacaciones con sus tres mujeres en las playas de Mallorca.
Entre soldados y corderos
"Mi primer tesoro sería el libro de Javier Cercas Soldados de Salamina". Su elección responde a varias razones. "Primero, porque me encanta leer todo lo relacionado con la Guerra Civil española y con la II Guerra Mundial. Y segundo, porque me demuestra que los verdaderos héroes son casi siempre personas anónimas, y ésa es una idea que tengo muy metida en la cabeza y que siempre me ha seducido. Además, me pareció un libro de fácil lectura que te lleva constantemente a la reflexión. Lo cual se agradece cuando no eres un intelectual ni un lector empedernido, como es mi caso".
El piloto de fórmula 1 se llevaría un libro más. "En mi bolsa pondría también La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Me lo han recomendado y las pocas páginas que leí me intrigaron, me parece una novela muy enigmática".
Su elección cinematográfica es El silencio de los corderos (1991), la historia de un psicópata dirigida por Jonathan Demme y que interpretaron Anthony Hopkins y Jodie Foster. "Para mí, Hopkins es un crack", asegura, sin esconder su admiración por este actor. "Me gustan las películas de terror, pero mi esposa no las soporta. Pero esta vez estaría solo en aquella paradisíaca isla. No habría problema. No me gusta el terror estúpido, basado en efectos especiales, sino las situaciones de pánico que puedes encontrarte en la calle. En este sentido, la película plantea un personaje, y Hopkins lo borda, que es realmente creíble. Por desgracia, cada vez vemos más situaciones parecidas en las páginas de los periódicos".
La respuesta a su tercer tesoro también es espontánea. No se limita a un disco, sino a toda una discografía: la de Mecano. "Ellos llenaron mi juventud, mis años locos", recuerda con emoción. "Me gusta especialmente Cruz de navajas. Pero llevándome sus discos me aseguro que disfrutaré con todas y cada una de sus piezas. De esta forma, pondría el disco y no tendría que seleccionar mis canciones preferidas".
¿Lograría, sin embargo, sacarse de la cabeza el Mundial de Fórmula 1? "Sin ninguna duda. Hay muchas otras cosas en la vida. Y en aquella isla desierta podría pescar y comerme las lubinas a la plancha. Sólo es cuestión de cambiar el chip".
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