Urbanizaciones en el corazón prehistórico del Aljarafe
Catedráticos, profesionales y científicos de Sevilla piden a la Junta que proteja los restos arqueológicos de Valencina
El Ayuntamiento de Valencina de la Concepción (Sevilla) aprobó en julio un proyecto de Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que prevé 4.700 nuevas viviendas. O, lo que es lo mismo, que la población de esta localidad de 7.400 habitantes casi se triplique antes de 2019. Nada extraordinario en la comarca del Aljarafe, donde se han levantado miles de nuevas viviendas y se construyen o planean muchas más. Lo extraordinario en Valencina está en el subsuelo, que conserva los restos del primer desarrollo urbano en estos parajes, hace 4.000 años, y de asentamientos tartesios y romanos posteriores. Y lo alarmante, al menos para un colectivo de catedráticos, profesionales y vecinos, es que parte de las nuevas viviendas se proyecta sobre esos suelos.
El Consistorio plantea construir con "cautela" en suelo de la necrópolis y el poblado prehistórico
"Aquí, a poco que caves, siempre sale algo valioso", explica Francisco Morilla en su casa, en una urbanización al sur de casco de Valencina. Morilla, sociólogo y urbanista, ha sintetizado en un documento las razones de su oposición al plan urbanístico del Ayuntamiento (dirigido por el partido independiente PSIV), una postura compartida por la plataforma ciudadana Valencina Habitable. Sus planteamientos han logrado la adhesión de más de 200 figuras académicas y reputados profesionales de la provincia. Firman el documento desde especialistas en prehistoria como Enrique Vallespí a científicos como José López Barneo, una docena de catedráticos y otros tantos arquitectos y arqueólogos de la Consejería de Cultura.
Hallazgos fortuitos empezaron a sacar a la luz la riqueza arqueológica de Valencina hace casi 150 años. En 1860, la plantación de un viñedo dejó al descubierto la entrada del dolmen de la Pastora, datado alrededor del 1.800 antes de Cristo. En otro viñedo se descubrió, en 1917, el dolmen de Matarubilla, de época similar. Y la construcción de una casa de campo reveló en 1948 el corredor del dolmen de Ontiveros. Estos tres dólmenes, junto al de Montelirio (en la vecina Castilleja de la Cuesta) y el de la Divina Pastora forman un conjunto que fue catalogado bien de interés cultural por la Junta en 2003. Las excavaciones originadas por obras privadas y públicas también dieron y dan fe, antes de ser destruidos, de suelos y muros de cabañas, silos y pozos, a veces más antiguos aún.
Una carta arqueológica aprobada hace un año por el Ayuntamiento y editada por la Consejería de Cultura, establece que el poblado prehistórico, que pudo llegar a los 2.000 habitantes entre la edad del cobre y la del bronce, se extendía por unas 235 hectáreas. Al sureste se concentraron los monumentos funerarios, una necrópolis que ocupaba otras 230 hectáreas (una pequeña parte en Castilleja de Guzmán), incluidos los principales dólmenes. La carta incluye otras 300 hectáreas de yacimientos tartesios y romanos.
"Es un yacimiento prehistórico de importancia internacional", corrobora Fernando Amores, profesor de Arqueología de la Universidad de Sevilla, que compara sus dólmenes con los del conjunto megalítico de Antequera (Málaga). Amores añade que el yacimiento "ha tenido mala suerte" al encontrarse cerca de Itálica y El Carambolo, las dos grandes referencias arqueológicas de Sevilla. "La Administración y la Universidad no hemos sabido prestigiarlo", añade.
El proyecto de una carretera autonómica de cuatro carrilles, la A-8077, prevista sobre la zona con restos más valiosos, llevó a los 22 profesores del departamento de Arqueología y Prehistoria a reclamar un trazado alternativo a la Junta, una iniciativa poco habitual. Las alegaciones de estos profesores o de Valencina Habitable no han prosperado aún, pese a que un limitado estudio con aparatos magnéticos detectó en el futuro trazado "potenciales elementos funerarios y de asentamientos", incluida una posible "nueva tumba de cámara".
El casco de Valencina y varias urbanizaciones ocupan ya 200 hectáreas de lo que fue el poblado y la necrópolis prehistórica. En cuanto a las otras 265, el Ayuntamiento plantea proteger con un parque arqueológico -que incluirá los principales dólmenes de la necrópolis- y parques urbanos casi 100 hectáreas, mientras que otras 70 cuentan con la protección medioambiental asociada a la cornisa del Aljarafe. Pero las 100 hectáreas restantes han sido programadas como suelos urbanizables por el nuevo PGOU. Y otras 80 hectáreas de suelo urbanizable incluyen zonas de yacimientos romanos, como la Hacienda Torrijos.
El Ayuntamiento recalca que las futuras obras en esos suelos se someterán a "cautela" arqueológica. Es decir, requerirán de un estudio previo y si se hallan restos valiosos, la Consejería de Cultura puede ordenar su conservación in situ, que se hará posible mediante su protección "como espacio público". "Esos informes los harían arqueólogos contratados por las inmobiliarias, y en todo caso, lo que quedarían serían islotes arqueológicos rodeados de urbanizaciones", opone Morilla. En su documento, el urbanista plantea que se amplíe la declaración de bien de interés cultural y, por tanto la máximo protección, para todas las zonas arqueológicas, como "fase de tránsito" hasta que se delimite el valor de los restos y cuáles merecen ser conservados.
El documento reclama, en última instancia, que la Junta ampare los restos de Valencina y otros municipios colindantes en un gran "parque arqueológico y medioambiental" que dé unidad histórica y paisajística a una zona que conectaría, a través de la cuenca del arroyo de Riopudio con los vecinos yacimientos de Itálica y El Carambolo.
Los argumentos del documento son similares a los que llevaron en julio al presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, a convertir en un gran parque arqueológico los restos de la ciudad visigoda de Toledo (al menos 2.500 años más recientes que los restos prehistóricos de Valencina), amenazados por la construcción de 1.300 viviendas. "Un gran parque sería un motor turístico y cultural, una alternativa al desarrollo inmobiliario", defiende Morilla, quien critica "la falta de sensibilidad" de la Consejería de Cultura. El urbanista no duda en echar mano del precedente establecido por Barreda, muy celebrado por colectivos defensores del patrimonio histórico. "Apelo a la cordura del presidente Manuel Chaves, la Junta tiene que reaccionar".
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