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Grass lamenta que intenten convertirle "en un monstruo"

Günter Grass denunció ayer el intento de algunos sectores de convertirle "en un monstruo" por haber revelado con 61 años de retraso que durante la II Guerra Mundial fue miembro de la Waffen-SS, organización paramilitar de las SS destacada por su sanguinaria contribución al exterminio de los judíos. En una entrevista con la agencia de noticias Dpa, Grass dijo estar "agradecido de que haya opiniones diferentes. Sólo me queda esperar que algunos comentaristas lean detenidamente mi libro".

El novelista alemán, de 78 años, no quiso comentar las peticiones de que devuelva el premio Nobel de Literatura o la ciudadanía de honor de Gdansk, su ciudad natal, ni las apreciaciones de algunos intelectuales alemanes de que ha perdido su credibilidad moral. Günter Grass, cuyas memorias de juventud se publicarán en septiembre, destacó en las últimas décadas como referencia moral contra quienes trataron de relativizar la culpa alemana.

El ex presidente polaco y premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, ha señalado que se siente en una situación "incómoda". "No me siento bien en esta compañía", declaró Walesa, que también es hijo predilecto de Gdansk, donde se ha desatado un debate sobre el título concedido a Grass. Una portavoz del Ayuntamiento informó ayer que se discutirá si se le retira o no el reconocimiento. "Para una ciudad en la que se derramó la primera sangre de la II Guerra Mundial no es razonable tener a un miembro de la Waffen-SS como ciudadano de honor", señaló Jacek Kurski, diputado del partido conservador polaco PiS (en el Gobierno).

Tormentosa pregunta

A la pregunta de por qué ha callado tanto tiempo, Grass respondió a la Dpa: "Hasta que no me decidí a escribir sobre mi juventud, sobre lo que me ocurrió cuando era joven, no encontré esta forma literaria. Ella me permitió hablar y escribir por fin de mi pertenencia a la Waffen-SS". Según el autor de El tambor de hojalata, el tema central en el libro no es la Waffen-SS, sino la tormentosa pregunta sobre su ingenuidad en aquella época. "¿Cómo pude correr detrás de esa ideología tan inocentemente? ¿Por qué no hice preguntas cuando mi tío fue ejecutado tras el asalto al correo polaco en Gdansk? ¿Por qué no pregunté cuando mi profesor de latín, que albergaba dudas sobre la victoria final, de repente desapareció?", explica Grass.

Aunque Grass había dicho que ni sus hijos sabían de su pertenencia a la tropa de élite de las SS, el escritor austriaco Robert Schindel declaró al periódico vienés Die Presse que Grass se lo contó hace 20 años. "Me habló varias veces de ello en privado". Schindel aseguró sentir "el más alto respeto" por la tardía revelación. "Luchó toda la vida en torno a la cuestión de cómo soltarlo. Siempre fue una herida", añadió Schindel.

Mientras el vicecanciller, Franz Müntefering, ha declarado que "habría sido bueno si hubiese sido antes", la canciller, Angela Merkel, no ha querido pronunciarse.

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