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Crónica:EL VIAJERO INCANSABLE
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una partida para la concordia de Villafáfila

"Pues esto fue un rey Nosequién y otro Nosecómo que firmaron hace 500 años un pacto para no sé qué de repartirse Castilla o algo así. Y lo hicieron en esa iglesia. Bueno, que ahora es un bloque de pisos. Ahí está la placa". No es un mal resumen. El autor de esta brevísima historia es un anciano de Villafáfila que camina con bastón y sonríe cuando habla, como si supiera que se está ventilando 500 años de historia en un comentario de bar. La placa en cuestión cuenta que Nosequién es Fernando el Católico, y Nosecómo, Felipe el Hermoso, y que ambos echaron allí una partida de Risk que acabó con la firma de La Concordia de Villafáfila, una carta que sirvió para evitar una guerra civil entre ambos.

Enterarse de más detalles no es fácil. Los villafafileños rehúyen la pregunta argumentando que ellos no saben nada de lo que allí pasó. La dueña del hostal donde he pasado la noche me dice que la historia la cuenta un tal Elías en un libro. "En el Ayuntamiento te darán más información", asegura. Allí, el alguacil me remite a los padres de Elías, que me vuelven a mandar al Ayuntamiento, donde me dicen que lo mejor es hablar con los suegros de la alcaldesa. Después de una hora negociando con todo el pueblo, Julita, la suegra, contra la voluntad de su marido, me regala su ejemplar. "Úselo para lo que usted quiera. Que ya me darán a mí otro".

El libro de Elías Rodríguez Rodríguez La concordia de Villafáfila es una interesante reconstrucción de lo ocurrido a partir de las crónicas de la época. Básicamente, cuenta cómo tras la muerte de Isabel la Católica, el rey Fernando se encuentra con una hija loca de atar y un yerno chulo y bien conectado al que se le ha metido en la mollera hacerse con el poder en Castilla. El Rey Católico sabe que tiene que ceder si no quiere que los seguidores de Felipe le coman otras tierras. Así que opta por el pacto, firma el acuerdo en Villafáfila e inhabilita a Juana en una cláusula secreta de la carta. Pero no se quedó contento y, quizá por lo que pudiera pasar, decide escribir otro documento en el que más o menos viene a decir que lo del pacto es una filfa y que lo ha firmado presionado por las circunstancias. O sea que lo de darle todo el poder a Felipe, como que no.

Dos meses más tarde, los dioses sonrieron a Fernando, y el guaperas de su yerno se fue al otro barrio víctima de una extraña dolencia tras un juego de pelota. Ganó el Católico. Pero no se llamen a engaño. De todas estas tribulaciones de la Corte no queda rastro en Villafáfila. Tan sólo una placa con tres frases en el lugar donde se firmó el acuerdo. Entonces una iglesia, ahora una caja de ahorros.

Los próximos días, en Extremadura.

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