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Reportaje:Atletismo | Campeonatos de Europa en Gotemburgo

La desarmante facilidad de Obikwelu

El portugués baja de los 10s en la final de los 100 metros y bate el récord de los campeonatos

Carlos Arribas

Ángel David Rodríguez, "el puñetero velocista blanco al que nadie hace caso" -como al de Móstoles, ciudad que imprime carácter, le gusta definirse- no mantuvo la progresión, el nivel, y cayó en la semifinales, como Orkatz Beitia. Dejaron el paso a los negros. Esto es, a Francis Obikwelu, que mantuvo su título de campeón de Europa, ganado hace cuatro años en los despachos tras la descalificación del británico Dwain Chambers, positivo por el anabolizante THG en 2003. Lo hizo con una exhibición de elegancia y fluidez, de zancada perfecta, de progresión imparable en los últimos 70 metros. Lo hizo bajando de 10s por primera vez en el año -clavó el cronómetro en 9,99s-, nuevo récord de los Campeonatos. Lo hizo reservando fuerzas, pensando en los 200 metros, que comienzan hoy. Lo hizo desde la calle cinco, un pasillo eléctrico en el centro exacto de la pista (que es de nueve calles). Tres más allá, a su derecha, el serio Chambers, más delgado, más triste que nunca, fue la clara muestra de que es más duro dejar los anabolizantes y sobrevivir de lo que parece: terminó séptimo, con 10,24s, una patética marca para él, que en 2002, en el apogeo de su arte, llegó a correr en 9,87s -sólo una centésima más que el récord de Europa, los 9,86s de Obikwelu-.

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Dice Manolo Pascua, su entrenador en Madrid, que a Francis Obikwelu sólo le puede ganar en la actualidad Asafa Powell, el jamaicano récordman del mundo (9,77s), que corre regularmente por debajo de 9,90s. "Pero no estaría tan seguro si sólo contaran los últimos 70 metros. Si a los 30 metros estuviera en alguna carrera al lado de Powell lo gana seguro", dice Pascua. "Francis tiene una aceleración que no tiene nadie". Y una salida que no se la desearía ni a su peor enemigo. Ayer, después de una salida nula del polaco Kuc, se durmió en los tacos. Una reacción de 183 milésimas. Un mundo. Un regalo para los aficionados, que pudieron deleitarse contemplando como en cada una de las 42 zancadas y un poco en que dividió los 100 metros se iba comiendo, con una desarmante facilidad, el terreno que le aventajaban todos los que le rodeaban, los esforzados blancos Yepishin (ruso), el último que cedió, y Osovnikar (esloveno). Lo hizo erguido, dominando la pista desde sus 1,95 metros de estatura. Demasiado erguido quizás, demasiado pronto. "Le tengo dicho que no se enderece del todo hasta la zancada 20, hasta los 35 metros", dice Pascua. "Y así lo hace en los entrenamientos. Pero ayer a las 12,5 (20 metros) ya estaba tieso. Eso es falta de confianza. No está seguro de dónde está, de cómo va, y necesita levantar la cabeza para verlo".

El francés Pognon, otro que ha bajado de 10s y, en teoría, su gran rival, salió peor aún y no pudo recuperar más allá de la cuarta plaza.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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