Los secretos de la crono
En contrarrelojes individuales (CRI) más o menos llanas, como la de hoy, con velocidades medias cercanas a 50 km/h para los mejores, la resistencia del aire es el principal obstáculo al que se enfrentan los corredores. Aunque se puede minimizar mejorando la aerodinámica de la bicicleta y, sobre todo, del propio ciclista. Así, éste ha de esforzarse en minimizar su superficie frontal, que es la que choca contra el aire que tiene delante. Agachar el tronco y llevarlo casi paralelo al asfalto está muy bien. Pero más efectivo aún es estrechar al máximo los hombros. Como hace Landis.
También cuenta la vestimenta, según estudios realizados en túneles de viento, con maniquíes o ciclistas de verdad. Lo mejor es un mono integral, sin costuras, bien ceñido al cuerpo para que no haga arrugas. Preferiblemente de licra recubierta con poliuretano. En una CRI como la de hoy, se podría perder más de un minuto usando materiales más gruesos. Por supuesto, el casco aerodinámico, con escasos agujeros y prolongación en la nuca, es esencial.
Una característica que define a los grandes contrarrelojistas es su capacidad de generar altísimas potencias medias, cercanas a 400 vatios. Así, los especialistas suelen ser más musculosos, y por ello más pesados, que los escaladores. En esto también parte con ventaja Landis (68 kilos), sobre todo frente a Carlos Sastre (61).
El éxito en la CRI se basa también en la capacidad del ciclista de regular sus reservas energéticas. Y más esta tarde: aunque la crono va a ser muy larga, por encima de la hora de duración, la intensidad del esfuerzo será muy alta, entre el 85 y el 90% de su capacidad máxima. El que salga demasiado fuerte puede agotar antes de tiempo su glucógeno muscular, la única gasolina de que disponemos los humanos para afrontar esfuerzos tan exigentes.
Alejandro Lucía es catedrático de la Universidad Europea de Madrid.
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