Ambrose Campbell, pionero de la 'world music'
Puso ritmo al Soho en la década de los años cincuenta y trabajó con Leon Russell
Quienes le conocieron retratan a Ambrose Campbell como un personaje tan vitalista como su música. Estaba eufórico porque el año pasado se habían rescatado en un disco, London is the place for me, sus viejas grabaciones para el sello Melodisc en acetatos a 78 revoluciones por minuto. Eran interpretaciones de sabor africano, caribeño y jazzístico que revolucionaron el Londres de la posguerra, cuando Campbell se convirtió en todo un personaje del Soho.
Aquel nigeriano que se hizo un hueco en una ciudad aún gris y xenófoba habría cumplido 87 años el próximo 19 de agosto.
Nació en Lagos (Nigeria) en 1919, y su padre, un severo reverendo, le impuso el nombre yoruba de Oladipupo Adekoya y le colocó en el coro de la iglesia. Pero a aquel chaval le atraía más el ambiente nocturno de la playa, donde conocía a marineros de medio mundo, aprendía ritmos de Liberia, Guinea o Camerún y amenizaba a los paseantes canturreando y tocando el tambor.
Ocultó su identidad bajo el nombre de Ambrose, pero cuando su padre supo de sus paganas andanzas le expulsó de casa. Halló refugio en el domicilio de Herbert Macaulay, padre del nacionalismo nigeriano, y, a falta de otra ocupación mejor, se enroló con las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial.
Vivió los bombardeos de Liverpool, se enamoró de una camarera de Plymouth y aguantó toda clase de burlas locales sobre su música y sus "ritmos de la jungla".
El día de la celebración de la victoria, en Piccadilly Circus, se hizo muy popular tocando música nigeriana con otros cuatro percusionistas y tres guitarristas. "Nadie entendía nada, pero se sumaron a la fiesta del ritmo", contaba siempre, divertido.
En el Londres de la posguerra acompañó a la primera compañía negra de danza, Les Ballets Nègres, antes de fundar junto al guitarrista Brewster Hughes la contagiosa banda West African Rhythm Brothers. La voz y los ritmos de Ambrose causaron sensación en los circuitos jazzísticos entre nombres como el saxofonista Ronnie Scott o el batería Phil Seamen, maestro de Ginger Baker (Cream).
En la década de los años cincuenta se erigieron en la banda residente de un bullicioso club del Soho, el Abalabi, donde les descubrió el escritor Colin MacInnes. Ambrose Campbell aparecería como un personaje de la novela más popular de Colin MacInnes, City of spades, de 1957.
La alianza con Brewster Hugues se resquebrajó a finales de los años cincuenta y Ambrose buscó trabajo durante la siguiente década en Italia antes de mudarse a Estados Unidos, ya en el año 1972. Allí hizo buenas migas con Leon Russell, el soulman blanco de Oklahoma que trabajaba con George Harrison o Joe Cocker.
El nigeriano trabajaría más de diez años con Russell, además de convertirse en su "consejero espiritual". Aquella prolongada alianza también incluyó el disco One for the road (1979), con el que Russell y Willie Nelson superaron el millón de ejemplares vendidos.
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