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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2006 | Octava etapa
Columna
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Jornada de reflexión

Si preguntásemos a un enólogo por la ciudad de Burdeos, la capital de Aquitania, empezaría éste a disertar sin freno sobre la historia del vino y sus productores, sobre los tipos de uva, que si cabernet sauvignon, merlot y otras tantas, sobre el arte de vivir y el disfrute de la mística de la perfección, bla, bla, bla.

Si el Tour tuviese voz -que alma ya sabemos que tiene- y pudiese responder a la misma pregunta, la respuesta iría por otro camino bien diferente. No es que el Tour sea abstemio ni nada por el estilo -a ver quién dice que no a un vaso de buen vino-, sino que Burdeos para el Tour siempre ha significado una cosa: reflexión.

Por Burdeos se pasa antes de afrontar los Pirineos si el recorrido es en sentido antihorario, como en esta ocasión, en la que se afrontarán primero los Pirineos y después los Alpes. Cuando ha sucedido al contrario, es decir, en el sentido de las agujas del reloj, por Burdeos se pasaba ya con todo el bacalao vendido, como se suele decir.

Por eso llegar a Burdeos en la jornada de descanso es quizá lo mejor que le podía pasar a este Tour loco y extraño. Aún no se ha subido un puerto de entidad, y la carrera ya ha dado más vueltas que un tiovivo, aunque a decir verdad, las primeras vueltas las dio incluso antes de empezar a rodar.

La carrera comenzó apresuradamente, sin dejar tiempo a nadie para acomodarse a la nueva situación. Muchos corredores han tenido que cambiar sobre la marcha su rol dentro del equipo. También hay equipos que han tenido que cambiar drásticamente de objetivos. Y hay algún otro equipo que sin líder, parece haber perdido el norte.

Y la rutina, el agotador ritmo diario de una carrera de estas características, no permite que todos estos cambios sean totalmente asimilados. De ahí lo bueno del descanso.

Ahora, al llegar a Burdeos, la carrera empieza a perfilarse. La contrarreloj ha efectuado un primer filtro, y quienes son ahora los grandes favoritos empiezan a asomar la cabeza, aunque cuidado, que en el grupo aún hay fantasmas, corredores escondidos que darán que hablar en la montaña. La montaña, sí señor, eso es lo que todos esperamos en este Tour de las sorpresas.

Pero hoy toca descanso en Burdeos. Los corredores se tomarán un día de tregua mientras que para el vino, hoy no será más que un día más de crianza reposando en las barricas.

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