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Reportaje:Alemania 2006

Frossi, el goleador con gafas

Italia ganó la final olímpica de Berlín 36 con dos goles de El Miope

Italia juega mañana en Berlín la final del Campeonato del Mundo. Hace 70 años, en el mismo estadio, jugó otra. La ganó. El rival, Austria. El premio, el oro olímpico. Fue el 15 de agosto de 1936 y jugaron Venturini; Foni, Rava, Baldo; Piccini, Locatelli; Frossi, Marchini, Bertoni, Biaggi y Gabriotti. El entrenador, el mítico Vittorio Pozzo, el único técnico capaz de ganar dos Mundiales consecutivos (1934 y 1938) y al tiempo un título olímpico. El camino de Italia en aquellos Juegos tuvo un héroe sorprendente: Frossi, el extremo miope.

Anibale Frossi nació el 6 de agosto de 1911 y falleció en 1999. Empezó a jugar en el Udinese, pero sin destacar. Comenzó una larga singladura en la serie B: Padova, Bari y Aquila le tuvieron en sus filas hasta que Pozzo decidió llevárselo a los Juegos de Berlín.

Italia llegó a la final después de golear a Japón (8-0, con tres goles de Frossi) ganar a Noruega (1-0, otro gol de Frossi) y vencer a Estados Unidos en el más accidentado de todos los encuentros con un gol del delantero del Friuli. En ese encuentro, dos jugadores norteamericanos abandonaron el campo lesionados tras el tumulto que se produjo después de que el árbitro, amenazado por los italianos, se volviera atrás de su decisión de expulsar a Piccini poco antes.

Austria, el otro finalista, también protagonizó una semifinal escandalosa. Empataba a dos con Perú cuando los aficionados suramericanos invadieron el campo. Perú marcó dos goles más y acabó ganando por 4-2. La protesta de la delegación austriaca hizo que se repitiera el partido a puerta cerrada. Perú, enfadado, hizo las maletas y Austria jugó la final. En el Olímpico, Frossi marcó dos goles por uno el austriaco Kainberger.

Frossi fue cinco veces internacional y marcó ocho goles.Un récord de eficacia casi insuperable, máxime siendo miope y jugando con gafas.

Tras los Juegos, fichó por el Inter y se licenció en Ingeniería Industrial. Colgó las botas, pero entrenó al Lumezzane, Génova, Nápoles, Monza y Módena, siempre con un esquema de 5-4-1. Fallecido en 1999, el goleador dejó una frase para la posteridad: "El partido perfecto es el que termina cero a cero".

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