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Reportaje:Tenis | Torneo de Wimbledon

Nadal, contra el virus de la tierra

El español cambia sus entrenamientos, su raqueta y sus golpes para jugar sobre hierba

Que nadie se asuste, pero Rafa Nadal tiene un virus. No es contagioso. El virus de la tierra lo llaman. Los síntomas: tendencia a jugar desde el fondo de la pista, a fiarlo todo a largos intercambios de golpes y a disputar cada partido como si la pista fuera de polvo de ladrillo. "No puedo estar apoyándome hacia atrás y en los rallies [intercambios de golpes] tengo que tirar la bola un poquito rectita. Lo he estado entrenando, pero cuando llega el partido me viene el virus de tierra", resume Nadal. El problema: el tenista español está jugando en Wimbledon sobre hierba, coto cerrado a los especialistas, un territorio en el que no valen los golpes que le han llevado a encadenar 60 victorias consecutivas en tierra. Nadal, sin embargo, ya está en los octavos y hoy se enfrenta a Labadze. Ha encontrado vacuna contra el virus. No es perfecta, pero funciona. El remedio: cambiar su raqueta y su saque y emplear la batería de ejercicios, pruebas y tablas que le han puesto Joan Forcades, su preparador físico, y Juan Antonio Martorell, su fisioterapeuta y recuperador.

Ha trabajado duramente el patrón neuromuscular y ha establecido en 18 su marca de 'aces'

"Para jugar en Wimbledon hemos tenido que cambiar la gasolina diesel, la que usa en tierra, por la explosiva", explica por teléfono Martorell. Toca adaptarse al juego de saque y volea, el que predomina sobre hierba. Y Nadal ha puesto todo de su parte. Ha adelantado un metro su posición de saque para servir desde la línea, por ejemplo. Así golpea más alto y ha logrado batir su récord de aces al conseguir 18 contra Agassi. Cuentan que Feliciano López y él han alquilado una casa junto al club de Wimbledon, hartos de los largos traslados desde el centro de Londres hasta las pistas de entrenamiento de hierba. Y se ha puesto a trabajar duramente "el patrón neuromuscular". "El problema", resume Martorell, "es que Rafa está acostumbrado a jugar en tierra. Allí puede deslizarse, con lo que sus articulaciones sufren menos. En hierba eso no pasa. Aquí las arrancadas son de potencia y las articulaciones sufren mucho más".

"Es difícil moverse en hierba", coincide Nadal; "por ejemplo, patino cuando intento volver atrás". Para resolver el problema, Martorell y Forcades decidieron diseñar un plan para lograr que Nadal jugara con el cuerpo más flexionado y el centro de gravedad más bajo, lo ideal para devolver las bolas en hierba, que botan pegadas al suelo. "Usamos ejercicios de potencia y habilidad", dicen, "para que esté fresco en la arrancada. Cuando juega en tierra disputa entre 20 y 22 golpes por punto, y aquí, en hierba, casi nunca se pasa de cinco. Tiene que ser explosivo".

En busca del remedio para el virus de la tierra, Nadal y su equipo decidieron consultar al mejor especialista. ¿Quién domina en hierba?, preguntaron. Federer, el número uno del mundo, fue la respuesta. ¿Y cómo es su raqueta? Pues distinta a la de Nadal, les dijeron. Hasta Wimbledon. Ahora los dos tenistas que dominan el circuito usan la misma empuñadura. Rafa ha abandonado la semioeste, la preferida de los jugadores de tierra, y se ha pasado a la este, la de Federer. "Es la más natural. Garantiza una transferencia óptima de la fuerza de la mano a la raqueta", indican los manuales; "con ella se consigue un mejor impacto. También facilita el golpeo a la altura de la cintura". ¿Cómo lo explica Nadal?: "Se trata de intentar controlar mejor la bola, que es más pesada al coger la humedad de la hierba".

El remedio de Nadal ya tiene sus elementos técnicos. Semanas antes de Wimbledon, sin embargo, faltaban los físicos. Había que conseguir cambiar su juego y adaptar su cuerpo. Nadal decidió disputar el torneo de Queen's, que precede al del Wimbledon, para obrar el cambio. Las cosas no salieron del todo bien. Mejoró su juego, pero no lo hizo de forma natural. Lo hizo forzando posturas, sufriendo. Y su cuerpo se resintió: una sobrecarga en el hombro le hizo abandonar. "Notó el cambio de superficie", explica Martorell; "sobre todo, con el saque. En hierba exige mucho más... Por eso hemos descartado totalmente que haga pesas para recuperarlo. Le hemos puesto ejercicios con gomas y resistencias elásticas. El peso ya lo trabaja con la raqueta. Pero Rafa tiene un problema: no le gusta perder y se exige mucho". Nadal "no sabe jugar con la calculadora", dicen sus allegados. Malo para su cuerpo. Peor para el virus.

Rafa Nadal, durante su partido contra Andre Agassi.
Rafa Nadal, durante su partido contra Andre Agassi.EFE

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