La filantropía entra en una nueva edad de oro
Detrás de la decisión de Buffett de donar 29.000 millones a fundaciones como la de Gates descansa una forma de caridad que busca la eficacia y resultados planetarios
Los dos hombres más ricos del mundo, Bill Gates y Warren Buffett, comparten algo más que su habilidad para hacer dinero: su forma de gastarlo. El fundador del gigante informático Microsoft y el inversor más astuto de Wall Street han convertido la fundación creada por el primero hace unos años para llevar a cabo acciones benéficas en la mayor del mundo, con activos cercanos a 60.000 millones de dólares (47.000 millones de euros), lo que la convierte en una máquina caritativa. Esta alianza abre una nueva edad de oro en la filantropía, según los expertos, en la que no sólo importa donar dinero, sino hacerlo de una forma eficiente.
"El impacto será significativo", afirman en el Non Profit Leadership Center de la Universidad de Seattle. Los 37.000 millones de dólares (29.000 millones de euros) que Buffett acaba de anunciar que destinará a financiar proyectos benéficos -casi todo ha sido destinado a la Fundación Bill y Melinda Gates- están sirviendo para que los ojos del mundo descubran la filantropía, un fenómeno que vuelve a florecer en EE UU y en el que son protagonistas otros nombres, como los fundadores de Intel, Hewlett-Packard o eBay.
También son grandes benefactores el fundador de Intel, Gordon Moore, y George Soros
Además, la decisión del inversor se ha conocido poco después del anuncio de Gates de que en dos años dejará el día a día de Microsoft para centrarse en su fundación, que tras la donación de Buffett gestionará más fondos incluso que la Fundación Stichting Ingka, propiedad del grupo sueco Ikea, dedicada a la menos ambiciosa causa de la arquitectura y el diseño de interiores.
Estos nuevos filántropos defienden y aplican el principio por el que los más pudientes deben devolver a la sociedad en algún momento de sus vidas una buena parte de su dinero, para evitar la creación de una dinastía de ricos. En el Non Profit Leadership Center explican que la donación de Buffett representa un símbolo sobre la manera con la que se hace frente a los problemas del mundo, porque permite concentrar la financiación en los proyectos que dan resultados y tienen mayor impacto en la gente.
Warren Buffett, de 75 años, transformó una empresa textil en una firma financiera valorada en 112.000 millones de euros, Berkshire Hathaway. A pesar de su ingente riqueza, el llamado oráculo de Omaha -por sus acertadas previsiones sobre la evolución de los mercados bursátiles- vive en la misma casa que compró hace cinco décadas por 25.000 euros.
Esa cantidad, multiplicada por un millón, es la que el magnate va a donar de forma gradual a la Fundación Bill y Melinda Gates, a la que se suman otros 5.000 millones que dirigirá a cuatro fundaciones familiares, la que fundó con su difunta esposa Susan y las que administran sus tres hijos. La fortuna de Buffett se estima en 35.000 millones de euros, con lo que se desprende del 85% de los activos en Bolsa.
La acción benéfica de Buffett permitirá a la Fundación Gates doblar sus recursos. ¿Qué se puede hacer con tanto dinero? Entre otras cosas, cubrir los costes de matriculación durante tres siglos de todos los estudiantes de la Universidad de Harvard, la misma que negó el acceso a Buffett en su día. Esa ingente cantidad de fondos, puesta en una cuenta bancaria, es suficiente para generar 120 euros cada segundo, lo que colocaría sin más esfuerzo al titular entre las 400 personas más ricas de EE UU que publica la revista Forbes.
Los activos benéficos que administrará la fundación Gates tras la aportación de Warren Buffett serían suficientes para dar 7,15 euros a cada habitante del planeta. Y si lo que se toma como referencia son los 1.200 millones de personas que viven en el mundo en la extrema pobreza, sería el equivalente a recibir 39 euros de golpe. O cubrir el gasto operativo de la Cruz Roja en EE UU durante 17 años o financiar durante cinco el presupuesto de Naciones Unidas. Sólo la donación de 29.000 millones realizada por Buffett equivale al presupuesto anual de defensa de Alemania y supera en casi 3.900 millones de euros el capital bursátil de la eléctrica española Endesa.
Los números dan mucho juego. Pero se quedan pequeños si se tiene en cuenta que los estadounidenses -particulares, empresas y fundaciones- donaron 204.000 millones de euros en 2005, un 6,1% más que el año precedente, según la organización Giving USA. Sin embargo, ese año los fondos donados por los 60 mayores filántropos en EE UU alcanzaron 3.400 millones, según el Chronicle of Philanthropy, la mitad que en 2004.
El matrimonio Bill y Melinda Gates es la imagen más visible en este peculiar universo. Pero hay otros nombres. La persona más generosa el año pasado fue Cordelia May, heredera de la familia de banqueros Mellon, que donó 316 millones en efectivo y propiedades a la Fundación Colcom. May superó a los Gates, cuyas donaciones el año pasado a su fundación fueron de 250 millones. Otras de las caras de la filantropía son, entre otros, el inversor George Soros; David Rockefeller, heredero del imperio Rockefeller; Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York; Pierre Omidyar, de eBay, y Paul Allen, que fundó Microsoft con Bill Gates.La mayor parte de estas donaciones va a universidades y centros educativos, seguidos por los hospitales.
David Giunta, presidente de Fidelity Charitable Gift Fund, explica que estas cantidades no llegan aún a lo que se donaba a finales de los noventa, coincidiendo con el boom tecnológico en Wall Street. Esto se debe también, según Peter Karoff, fundador de Philanthropic Initiative, a que los ricos optan por acumular fortuna porque no están seguros de cómo pueden utilizarla.
Buffett dudó en su día, pero la cautela no le impidió donar 2.135 millones de euros hasta 2005, el equivalente al 7% de su fortuna. El inversor es el tercer filántropo en EE UU en una lista que corona el fundador de Intel, Gordon Moore, con 5.700 millones, igual a un 159% de su fortuna. En el segundo puesto aparece Gates, que ha donado en total 22.000 millones, equivalente al 55% de su riqueza.
Carnegie y el sueño americano
Andrew Carnegie (1835-1919) está considerado como un pionero en el exclusivo mundo de la filantropía. Pensaba que morir rico era morir desgraciado. Sus donaciones fueron espectaculares para la época. Entre 1902 y 1919, este inmigrante de origen escocés dio 280 millones de euros de su fortuna, que ajustados a la inflación equivaldría a desembolsar hoy unos 5.600 millones. Los fondos ayudaron a crear más de 3.000 bibliotecas en EE UU, Canadá, Reino Unido y otros países anglosajones.
Su vida la dedicó a lograr el sueño americano. Y con su sudor pasó de los harapos a ser el rey de la industria del acero, lo que le convirtió en una de las grandes fortunas en EE UU. En 1901 cambió de trayectoria: entendía que los magnates como él debían devolver su riqueza a la sociedad. De esta manera empezó a donar fondos a proyectos sociales y educativos, la promoción del inglés y nuevas tecnologías.
Los donativos del emperador Rockefeller
John D. Rockefeller (1839-1937) es otra leyenda de la filantropía. Desde su primera paga, el magnate estadounidense, conocido como el
emperador de la industria petrolera, destinó el 10% a la iglesia. Y conforme crecía su riqueza, lo hacían sus donaciones.
Desde 1889 hasta su muerte movilizó 351 millones de euros de la fortuna que amasó gracias al negocio del oro líquido, lo que equivaldría a donar hoy unos 5.500 millones. Rockefeller fundó Standard Oil, compañía de la que nació el gigante petrolero ExxonMobil. Eso le convirtió en el hombre más rico del mundo.
Sus donaciones representaron la mitad de su fortuna. El magnate creía en la creación de un sistema nacional educativo adecuado a las necesidades de su país, y defendió que se destinaran los fondos necesarios para ello. Y ahí se concentraron sus donaciones, que también se dirigieron a la salud y la investigación médica.
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