Un historiador de la ingeniería
La muerte, siendo algo tan natural como la vida, siempre tiene algo de inescrutable misterio y no deja de sorprendernos cada vez que se lleva a uno de los nuestros. Hoy, lloramos la pérdida de Ignacio González Tascón, ingeniero de Caminos, fallecido el pasado 17 de junio, dejando una vida tan corta como honda en su actividad profesional, y tan breve como amplia en el plano afectivo. Tuve la suerte de conocerle en el año 1985 como miembro del Tribunal que juzgó su tesis doctoral, dirigida por el también ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez, y le vi por última vez en Ávila, donde dictó la conferencia de clausura del Curso Lecciones de Arquitectura Española en el pasado mes de marzo.
Su tesis versó entonces sobre la historia técnica de las factorías movidas por agua, y en la referida conferencia hizo una exposición sobre la historia del puente medieval en España. Entre uno y otro tema, entre una y otra fecha, han transcurrido veinte años de una entusiasta actividad entregada al estudio de una singular faceta dentro del mundo de la ingeniería civil: la historia de la técnica.
Sus numerosos libros y artículos que han versado sobre todas las facetas imaginables de la historia de la ingeniería forman hoy ya un corpus difícil de igualar en tan breve tiempo. Desde la ingeniería romana hasta la obra ilustrada de Agustín de Betancourt, nada escapó a la curiosidad de Ignacio González Tascón siendo memorables las exposiciones y catálogos organizadas y publicados por el Cehopu, Cedex y Mopu, junto a monografías, tal como la Ingeniería romana en Hispania. Historia y técnicas constructivas, editadas por la benemérita Fundación Juanelo Turriano a la que pertenecía, y artículos varios en revistas como la de Obras Públicas sobre ingeniería española en ultramar entre los siglos XVI y XIX o el más reciente dedicado a la ingeniería del Siglo de Oro a través de El Quijote. Participó en numerosos congresos nacionales e internacionales, ya fueren sobre molinología o caminería hispánica, de tal modo que su enciclopédico saber abarcó las facetas más diversas, teniendo la rara virtud de reunir en su entorno a ingenieros, arquitectos, historiadores, arqueólogos, conservadores de museos, archiveros, gozando de la estima de todos.
Muchos de nosotros preparábamos su candidatura para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el emotivo adiós último en Madrid, junto a sus familiares y amigos, se encontraban sus alumnos de la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Granada, donde era catedrático de Estética e Historia de la Ingeniería Civil, lo cual testimonia el general afecto y admiración que todos le profesábamos. Dejó mucha obra escrita, alguna exposición que entre todos habrá que culminar, pero su vida, la que vivió, colma y da pleno sentido a su existencia. Descanse en paz.
Pedro Navascués Palacio es catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
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