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Reportaje:Alemania 2006

Algo más que Shevchenko

Lucescu, técnico del Shaktar Donetsk, analiza a la Ucrania de Blokhin

Oleg Blokhin (Kiev, 1952), ojos de helio líquido fijos en el horizonte, recuerda que llegó a capitán del ejército rojo. Lo dice sin sonreír. Todas las preguntas le parecen impertinentes. "Pregúntenle a Lippi, Totti es su problema, no el mío", replica. O, "dígaselo a Shevchenko. No sé si es un héroe nacional o no". Todo así, al contragolpe, como la selección que dirige desde 2004.

Mircea Lucescu (Bucarest, 1945), el entrenador del conjunto campeón de la liga ucrania, el Shaktar Donetsk, es todo lo contrario. Su móvil circula de mano en mano. Es un hombre hablador, expansivo. Tiene bajo sus órdenes a seis de los concentrados con Blokhin. Sabe muchas cosas de Ucrania. Tantas, como para atreverse a hacer una definición global: "Mucha defensa, mucha organización y todo lo demás es Shevchenko. Eso, en resumen, es Ucrania", zanja. Pero después se desmiente a sí mismo y habla de un chico que no está pasando inadvertido: Milevsky, del Dinamo de Kiev. Sí, el mismo que lanzó un penalti a lo Panenka en la ronda final contra Suiza en octavos. "No es aún Shevchenko, pero está muy cerca", le elogia Lucescu. Posiblemente Milevsky juegue en lugar del lesionado Voronin. Una pérdida que los técnicos ucranios consideran "grave".

Milevsky asoma como la nueva figura de un equipo en el que no prima la fantasía

Blokhin tiene a sus jugadores concentrados bajo un régimen espartano en el mayor centro de regatas de Alemania, en Postdam. Además de los entrenamientos propios de un equipo de fútbol, obliga a los futbolistas a hacer tablas de gimnasia. Blokhin ha revelado que les ha pedido a los chicos que no jueguen por ellos mismos, sino "por la patria, por el país".

"En Ucrania no prima precisamente la fantasía", analiza Lucescu, que achaca a las "duras condiciones climáticas" el que se prime "la parte física". Eso, en opinión de Lucescu, tiene una sencilla traducción en el césped: "Si se trabaja mucho el cuerpo se generan equipos defensivos; si se es imaginativo, el ataque". El que fuera entrenador del Brescia, el Inter, el Galatasaray o el Besiktas, prosigue en su argumento: "Está en la naturaleza ucrania ser defensivos, prefieren su campo al contrario". Pero también reserva algún elogio: "Son unos muchachos muy disciplinados, muy profesionales y con una buena comprensión táctica", explica.

"Tendremos que jugar con mucho coraje para compensar cualquier defecto técnico. Después de todo se trata de luchar por las semifinales de un Mundial con Italia", tercia Shevchenko, la figura donde todo "el pueblo" ucranio tiene depositada su confianza. Shevchenko no quiere ni oír hablar del escándalo del calcio. Ya no es cosa suya. Ha firmado por el Chelsea. "Nadie se acordará de eso en el césped", dice el delantero, que sí admite que sus rivales pueden estar "distraídos" por la caída desde una ventana del dirigente y ex jugador del Juventus, Pessoto.

Lucescu cuenta un secreto. Le ha recomendado a Mancini el fichaje de Timoschuk, al que califica del "Gattuso ucranio". Pero ya no es tan sencillo que los futbolistas ucranios se cambien de club. Sobre todo si están en el de Lucescu, cuyo propietario es Rinat Akmethov, un magnate del que algunos sospechan que es aún más rico que Roman Abramovich.

Shevchenko, en una sesión de entrenamiento en Hamburgo.
Shevchenko, en una sesión de entrenamiento en Hamburgo.REUTERS

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