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Nueve artistas reflexionan sobre las fronteras en una muestra en Montenmedio

La Fundación NMAC Montenmedio de arte contemporáneo (Vejer, Cádiz) ha festejado su quinto aniversario con una exposición de nueve artistas internacionales. Reflexiones sobre los conflictos entre las fronteras, críticas contra la intolerancia y el machismo o reivindicaciones de la cultura como forma de salvar las distancias de todo tipo se unen en Testigos / Witnesses, la muestra recién abierta en el bosque de la fundación.

La situación de Montenmedio, entre dos continentes, ha favorecido la inspiración de los artistas invitados. El caso más claro es el del argelino Adel Abdessemed, quien ha levantado un gran anillo metálico formado por 16 kilómetros de alambre de espino, la misma distancia que separa Europa y África por el Estrecho. El artista critica con su obra la dolorosa imposición de las fronteras. También la china Shen Yuan alude a las dificultades culturales que frenan la comunicación entre países a través de un puente de cerámica, delicado en su forma e imposible de cruzar.

La bosnia Maja Bajevic se sirve de la luz de las imágenes de su videoinstalación Esculturas para los ciegos y de la oscuridad a la entrada de la sala de proyecciones para implicar al visitante en el viaje de la inmigración. El camerunés Pascale Marthine Tayou juega con la alegría de un tiovivo cargado de elementos de su país.

Historias de amor

El danés Jeppe Hein ha repartido por el bosque 11 bancos donde es casi imposible sentarse, con los que reivindica el diálogo. La polaca Aleksandra Mir ha grabado en los árboles unos 800 corazones con iniciales que guardan tras de sí otras tantas historias de amor. El sevillano Jesús Palomino congela y descongela palabras mientras emite programas de radio sobre las semejanzas entre la Andalucía española y marroquí. La jiennense Cristina Lucas protesta contra el machismo imperante a través de un vídeo donde los perros caminan sobre sus patas traseras para parafrasear a Virginia Woolf. El alemán Gregor Schneider ha culminado en Cádiz su gran cubo blanco, como el negativo de la Kaaba de La Meca, que no pudo realizar en Venecia.

"Todas las obras están en un contexto geográfico de cruce de culturas y de diálogo", detalla la directora de la NMAC, Jimena Blázquez. El cubo de Schneider está en un claro del bosque, donde, al vaciarse la espesura de los árboles, se divisa el Estrecho y, más lejos, Marruecos. Es la frontera inspiradora que ha motivado a los nueve artistas.

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