Y Colón estalló

Jóvenes pertrechados con litronas y tetrabriks de vino, con la bandera española a modo de capa o de falda, y con bolsas de pipas y mochilas, tomaron desde las siete de la tarde la madrileña plaza de Colón. Objetivo: coger sitio para ver en pantalla gigante el partido España-Túnez. El evento, patrocinado por Cuatro, congregó a más de 20.000 personas, en su mayoría chicos de no más de 20 años con ganas de aprovechar el partido para justificar la fiesta. Como Clarissa Vincent y Eva Rodríguez, estudiantes de Psicología y que repasaban apuntes entre el follón. "¿Nuestro jugador de fútbol favorito? Pues la verdad es que no nos gusta mucho el fútbol. Venimos por ver el ambiente".

El gol de Túnez dejó los ánimos a temperatura bajo cero. Luego, poco a poco, el público se volvió a animar y empujó con aplausos y gritos cada ataque de la selección. La tarjeta amarilla al tunecino Ayeri, se llevó la primera ovación de la noche. La segunda, la imagen de Raúl calentando, deseoso como estaba el gentío de que el capitán revolucionara al equipo.

El descanso coincidió con el atardecer en la plaza, y el suelo quedó definitivamente tapado por una alfombra de vasos, latas y restos del botellón. "¡El gol tiene que llegar!", gritó el locutor al principio del segundo tiempo. Los presentes asintieron con una ovación. "Hemos venido desde Cáceres para ver el partido, nos hemos cogido el día libre", contaron las treinteañeras Mari, Eva y Leonor, mientras ondeaban la bandera de Extremadura.

El tiempo avanzaba, y la emoción en la plaza crecía, pero también empezaron a escucharse los primeros pitidos. Cuando ya empezaban a notarse ciertos síntomas de cabreo, Raúl, el ovacionado, coló el balón en la portería. Con el empate Colón, por primera vez, crujió. Los aficionados encendieron bengalas rojas y petardos, y el ¡A por ellos oe!, se extendió por todos los rincones de una plaza que seguía recibiendo visitantes. Con el segundo gol de Fernando Torres la masa ya clamó unánime: "Sí, sí, sí, nos vamos a Berlín", el lugar de la final.

Dos horas antes del partido, la cantante mexicana Julieta Venegas calentó a la masa con una actuación en directo. Después, Angels Barceló y Nico Abad condujeron el programa Zona Cuatro y que contó con la participación del actor Daniel Guzmán y el piloto de motos Fonsi Nieto.

En el césped de la plaza, el alcohol empezaba a hacer efecto. Se oyó algún comentario subido de tono dirigido a Ángels Barceló, que apenas encontró eco. Al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, se le esperaba en el evento, pero finalmente no acudió.

Pronto empezaron los cánticos. A la cabeza del ránking de los coreados, el machacón ¡A por ellos, oé!. Le siguieron muy de cerca el ¡Qué viva España! y uno adaptable a cada enemigo: Es tunecino el que no bote, es, es.

En minoría estuvieron algunas banderas preconstitucionales. Algún inmigrante se asomó a contemplar más el espectáculo que la pantalla gigante. "No queremos meternos en medio del lío por la niña, que es pequeña", explicaron los filipinos Reinaldo y Dolores, que iban con su nieta Samantha.

Los ejecutivos que salían de trabajar de la zona de oficinas de Colón también bordearon con prudencia el macrobotellón. "Esto da miedo, yo me voy a casa", comentó Felipe Reina, trajeado y con maletín.

El abuso de bebidas también empezó a notarse en las colas que se formaron a las puertas de los baños de los bares, y muchos utilizaron las esquinas para evacuar. El exceso de sangría hizo que alguno moviese con demasiado frenesí el palo de las banderas. Más de uno estuvo a punto de perder un ojo. "Nueve menos diez de la noche... Estamos a las puertas", anunció el locutor y la plaza bramó. Los más de 40.000 ojos se posaron ya definitivamente en la pantalla, ajenos a la amenaza de tormenta que pudo ensombrecer la fiesta.