La ley de Messi

El fútbol argentino inventó los "códigos". Cuando un jugador habla de "los códigos", cuando los entrenadores mencionan "los códigos", remiten a un mundo imaginario de normas no escritas que sancionaron los ancestros en el potrero mítico. Una de estas leyes apunta que, por el bien del "grupo", un jugador joven, o un recién llegado, debe manifestar un respeto reverencial por sus mayores porque son ellos quienes le transmitirán los instrumentos legales que después le permitirán independizarse. La fórmula es tan vaga que en ocasiones sirve a los veteranos para abusar de su poder. Este abuso desencadena una competencia viril, incluso violenta, que a la postre resulta productiva. Los gauchos dirimen los desencuentros con el facón. Los futbolistas argentinos lo hacen en el campo. Para imponerse hay que demostrar mucho coraje. Messi es el más extraordinario ejemplo de bravura. El viernes contra Serbia, en Gelsenkirchen, el pequeño delantero comenzó a escribir un código a su medida.

"Entró, se fue de ocho y centró el primer gol", cuentan los testigos de su debut con la sub 17

Maradona, el presidente de la federación, la prensa... Todos piden su titularidad

La lucha de Messi comenzó hace tiempo. Hay una fecha oficial: su regreso de Barcelona, después de cuatro años de exilio. Fue en junio de 2004, cuando los mejores juveniles de Argentina se concentraron en Colonia (Uruguay) para disputar un amistoso contra Paraguay en el proceso de preparación del Sudamericano Sub 17 de Venezuela. A última hora, la convocatoria recibió a un chico nuevo: Lionel Messi. Tenía 16 años y en Argentina, fuera de Newell's, nadie tenía referencias suyas. El responsable de las selecciones inferiores, Hugo Tocalli, le había convocado para verificar ciertos rumores que circulaban por Rosario. Y, de paso, para evitar que la federación española ejerciera la potestad de citarlo, ya que jugaba en la cantera del Barcelona y tenía pasaporte español. Cuando Messi aceptó la llamada, la Asociación de fútbol argentino (AFA) resolvió una pequeña inquietud.

Al llegar a la concentración, Messi se encontró como siempre desde que dejó su barrio de Rosario: un poco aislado. Era retraído por naturaleza y sus compañeros gozaban de un prestigio incipiente. En el mundillo de los grandes clubes argentinos cualquiera había oído hablar de Pablo Zabaleta, Óscar Ustari, Ezequiel Garay o Lucas Biglia. En cambio, a Messi no lo conocía prácticamente nadie. De modo es que se acurrucó en el fondo del banquillo y permaneció mudo hasta que tocó el balón. En los entrenamientos Tocalli comenzó a detectar cierto virtuosismo: "Era hábil, rápido... pero no me llamó tanto la atención".

El día del partido Messi no fue titular. Según Tocalli, debía esperar: "Por el bien del grupo". Pero al salir del descanso, cuando Argentina ganaba 3-0, Tocalli cogió a Messi y tratándolo de usted, como hace la gente de campo, le dijo: "Vaya con el profe

[el preparador físico, el que dirige el calentamiento] que va a salir".

Messi se quedó mirando al entrenador con los ojos como platos antes de echarse a correr por la banda. Los testigos del primer debut de Messi con la camiseta nacional son contundentes: "Lo que habíamos visto en los entrenamientos era bueno pero... Lo que vimos en la cancha fue otra cosa. Entró, se fue de ocho y centró el primer gol".

Cuando Messi entró al campo, en el minuto 50, Argentina se imponía a Paraguay por 3-0. Al cabo del partido el marcador destacaba un 8-0. Por la noche el teléfono de Tocalli recibió la llamada de un hombre excitado: "¿Contra Uruguay, el próximo partido, va a ser titular? ¿Va a jugar de inicio?". Era la voz de su amigo José Pékerman, antecesor de Tocalli en el banquillo de los juveniles, y actual seleccionador de Argentina en la Copa del Mundo de Alemania.

En 2004, Pékerman todavía no había recibido la oferta de la AFA para dirigir a la selección argentina. Hoy, la presión para dar la titularidad a Messi no la mete él sino que sucede al revés. Todo el país, Maradona, el presidente de la AFA, Julio Grondona, la prensa, lo empujan a darle la titularidad a Messi ante Holanda, el próximo miércoles, en el último partido del grupo C. En Gelsenkirchen la hinchada más exigente del mundo le recordó que Messi es el elegido. El que esperaban desde hacía tanto tiempo y el que no quieren seguir esperando a pesar de ser el debutante más joven con la selección desde el Mundial de 1930.

Ahora le toca a Pékerman decidir. De un lado de la balanza tiene los códigos, el respeto a los jugadores que, como Aimar o el conejo Saviola, se han ganado con su trayectoria el derecho a participar. De otro tiene al que puede ser el mejor futbolista del Mundial mirándole con los ojos como platos.