Un cambio, una identidad
La renovación emprendida por Luis ha dotado al equipo de un estilo que premia el fútbol
La selección española ha acudido a la Copa del Mundo de Alemania con la selección más joven de su historia (25 años de media) y el seleccionador más veterano (67 años). La renovación emprendida por Luis nada más llegar al cargo en agosto 2004 no sólo se mantiene sino que se agranda con el transcurrir de los partidos.
- Futbolistas nuevos. A partir de la alineación que el seleccionador dispuso en el estreno mundialista, se desprenden datos reveladores como que sólo cuatro jugadores continúan respecto a la pasada Eurocopa (Casillas, Puyol, Torres y Xabi Alonso) y tres en relación al último Mundial de Japón y Corea (Casillas, Xavi y Puyol). Ante Ucrania, por lo demás, no jugaron Raúl ni Albelda mientras que Sergio Ramos ocupó la plaza de Michel Salgado, Pablo ha dejado fuera de juego a Marchena y Juanito, y Cesc se ha convertido con 19 años en el debutante español más joven en el torneo de más rango.
- Estilo moderno. A excepción de Brasil, que insiste en el cuadrado mágico, la mayoría de selecciones chocan en el campo porque se despliegan a partir de un 4-4-2 o de un 4-2-3-1. La española, en cambio, se mueve a partir de un 4-3-3 o 4-3-1-2, un sistema parecido al que ha venido utilizando el Barcelona. Han menguado los extremos a favor del juego de los laterales y de la presencia de un tercer centrocampista. La furia como concepto de identidad ha perdido protagonismo a favor del fútbol, porque jugadores como Sergio Ramos o Puyol dominan más facetas que la racial. Luis insiste en la posesión de la pelota, en la llegada y el remate. La orden es acabar las jugadas y aprovechar la estrategia. La presencia de Senna ha enriquecido el repertorio porque además de aguador y achicador tiene tiro de media distancia.
- Sintonía. La mayoría de jugadores se siente cómplice de una manera de entender el juego. La suplencia de Albelda y Raúl, dos futbolistas que en sus equipos no se manejan en la misma onda que en la selección, ha sido sintomática. Aunque la aportación de ambos puede acabar siendo vital, el seleccionador insiste en un estilo que premia la vitalidad, el dinamismo, el fútbol en movimiento continuo. El protagonismo corresponde al equipo y no al jugador. Las causas personales no tienen sentido.
- Un equipo colegiado. La selección ha acudido al campeonato con un equipo técnico más profesionalizado que en anteriores torneos por la presencia de dos psicólogos y un nutricionista, además de los médicos y fisioterapeutas habituales. Los jugadores han dejado de viajar con sus respectivos preparadores. A juzgar por el partido contra Ucrania, el equipo mejora en concentración y puesta a punto. Físicamente rindió a un nivel excelente si se atiende a las condiciones climatológicas. A la selección se la vio fresca, alegre, vitalista, profunda. Tuvo velocidad en defensa y en ataque y criterio en la línea de medios, y como son los centrocampistas los que mueven la pelota, jugó muy bien al fútbol.
- Mando compartido. El equipo ha asumido que el capitán puede ser suplente y Raúl ha entendido que no jugar el primer partido no rebaja su autoridad. El Niño Torres argumentó ayer: "El secreto es que somos una piña". Casillas portó el brazalete contra Ucrania y Puyol defendió a Raúl ante los periodistas cuando se le cuestionó por su aportación al equipo. A sus 29 años, Raúl es un escudo y también el punto de referencia, como lo es igualmente Luis. El seleccionador ha merecido críticas de la prensa por su actitud. Los entrenadores y analistas, sin embargo, le respetan porque entienden que sintetiza la historia del fútbol español y no busca otro protagonismo que el bien del equipo.
España ha iniciado una transformación futbolística interesante por novedosa. Huye de los tópicos como de la peste y, consecuentemente, se desconoce el alcance del cambio. La apuesta es a día de hoy más sugestiva que cualquier meta. Luis trabaja en la idea de darle una identidad a España. Y, de momento, hay un partido al que rendirse.
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