Raymond Devos, humorista
'Matière à rire' recoge sus mejores momentos
El humorista Raymond Devos murió ayer, 15 de junio, en su casa cerca de París, a los 83 años.
Raymond Devos era belga pero se había olvidado de su país, que es la única forma elegante de patriotismo. Había adoptado otro, el del lenguaje. O mejor dicho era el lenguaje quien había adoptado a ese tipo gigantesco, alto y gordo, feo e inteligente, de pelo largo y teñido de un rojizo imposible, que lograba torcerle el cuello a la sintaxis y a la semántica, que sacaba provecho de todos los equívocos fonéticos en espectáculos de cabaret cuyo éxito se ha mantenido desde 1948 hasta ahora.
Devos nació hace 83 años en Mouscron, Bélgica. De joven quiso ser actor pero antes tuvo que rendir tributo no deseado a la Historia, con mayúscula. Las tropas alemanas le capturaron y le enviaron a cumplir el llamado "servicio de trabajo obligatorio" por el cual los jóvenes franceses reemplazaban en las fábricas alemanas a los jóvenes alemanes enviados al frente.
Devos prefería reemplazar palabras y a eso se lanzó una vez acabada la guerra, entre dos señoritas de Pigalle dedicadas al strip-tease, logrando que la risa inteligente alternara con los cuerpos más atractivos.
Como actor, poeta o personaje era inexportable porque gran parte de su encanto radicaba en la elegancia y precisión de su verbo, muy a menudo abocado a los abismos del non sense. Era un malabarista de la palabra encorsetado en un cuerpo enorme, con una cintura de tonel y un rostro que hacía las delicias de todos los caricaturistas. Los manuales escolares le rendían homenaje y varios de sus números habían sido retomados como ejercicios de lenguaje o figuraban en las antologías de la poesía francesa contemporánea. Había publicado tres novelas y dos obras de teatro pero lo que todo el mundo apreciaba de él, lo que ocupa el lugar de recopilación de sus mejores momentos es un volumen titulado Matière à rire.
El presidente Jacques Chirac le rindió ayer homenaje diciendo: "sabía hacernos reír hasta llorar y emocionarnos hasta las lágrimas, en una sorprendente alquimia de comicidad y gravedad, de lo absurdo y lo profundo. Esa era la marca de la casa de su gran talento".
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