"Muchos quieren que gane yo"
El español rebate al croata, para quien todo el mundo quiere ver vencer al suizo
Había ilusión y mucha satisfacción en la cara de Rafael Nadal en el momento en que dejó caer sus rodillas sobre la tierra batida de la central de Roland Garros para celebrar que acababa de clasificarse para su segunda final consecutiva. "Es muy difícil llegar hasta ahí en un torneo del Grand Slam", confesó Nadal minutos después de derrotar al croata Ivan Ljubicic en las semifinales y certificar un nuevo duelo con Federer en la final. "No es una cuestión de alivio, ni nada de eso. Es simplemente ilusión por tener la posibilidad de defender mi título".
Sin embargo, poco después su rostro adquirió una expresión de cierta incredulidad cuando un periodista le preguntó su opinión sobre las declaraciones que había realizado Ljubicic. "Me gustaría que ganara Federer", respondió el croata, de 27 años, cuando le preguntaron sobre sus preferencias en la final. "Creo que todo el mundo lo quiere, porque sería bonito. Es el mejor jugador, probablemente, de todos los tiempos y pienso que estaría bien verle levantar el trofeo aquí".
"¿Es cierto que ha dicho eso?", quiso verificar Nadal dirigiéndose a Benito Pérez Barbadillo, director de promociones del ATP Tour. Sólo cuando le contestaron que estaba en la transcripción escrita de sus palabras, Nadal se lo creyó. Y entonces perdió la sonrisa. "Perfecto", reflexionó; "todo el mundo dice lo que quiere y va haciendo amigos. Yo sé que no todos quieren que gane Federer. Hay mucha gente que preferiría que fuera yo quien ganara la final. Ljubicic debería aprender a controlarse y a encajar mejor las derrotas. Estoy muy tranquilo, porque estoy actuando bien. Tengo muchos amigos en el circuito, probablemente más que él, porque me llevo bien con todo el mundo. Y no porque lo diga él va a ser verdad".
La sorpresa de Nadal fue tan mayúscula porque su relación personal con Ljubicic es buena. "Y no por eso voy a romperla", indicó. Sin embargo, durante el partido ya hubo algunas otras circunstancias que tampoco gustaron al campeón español. "No me gustó que el árbitro mirara mal a Carles Costa cuando una vez chilló para animarme y, en cambio, ni se inmutara todas las veces que yo escuché como el técnico de Ljubicic le chillaba cosas". Ljubicic se quejó también de la actitud del árbitro, el portugués Carlos Ramos, ante el tiempo que Nadal suele invertir en preparar el saque. "Sólo le amonestó una vez, a pesar de que es desesperante ver el tiempo que se coge cada vez. Y dio la sensación de que lo hizo para que nadie le pudiera reprochar nada".
Cuando la conferencia de prensa cambió el tono, Nadal recuperó la sonrisa. "No sé qué debo hacer contra Federer, no lo he pensado", afirmó al ser preguntado sobre la final. "Desde luego, jugar bien y algo más agresivo de lo habitual. Pero ya contra Ljubicic pienso que fue el partido más serio del torneo con mi saque. Y cuando él comenzó a servir muy bien en la tercera manga supe superar la presión que me suponía tener que aguantar mi saque y acabé ganando".
Federer dio la sensación de tener asimilada la última lección que aprendió en Roma en su último enfrentamiento con Nadal. Disfrutó de dos bolas de partido y perdió. "Creo que debo jugar como en Roma", indicó el suizo, "con agresividad y paciencia.
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