Una reacción de número uno
La cosa se había puesto fea. Roger Federer perdía por 6-3 y 3-0 en su semifinal contra el argentino David Nalbandián y no había signos para pensar que la dinámica del partido podía cambiar. Por primera vez en el torneo de Roland Garros, el número uno parecía perdido en un mar de dudas. Todo presagiaba que la final más deseada acabaría por no producirse. Entonces, de golpe, Federer ganó su saque y dio la sensación de que algo había cambiado en su interior. El gran Federer estaba renaciendo y se iba convirtiendo, sin que nadie fuera capaz de desvelar por qué, en el tenista capaz de convertir en mediocre a cualquier figura mundial. Ganó por 3-6, 6-4, 5-2 cuando Nalbandián se retiró con problemas en los abdominales.
"Tengo la ocasión de ganar mi primer Roland Garros y eso es lo que espero. Después de lo de Montecarlo y Roma Nadal y yo hemos demostrado ser los mejores en tierra batida y, además, somos el primero y el segundo mundiales. Pero no deja de sorprenderme llegar a una final del Grand Slam", comentó Federer.
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