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Reportaje:Fútbol | Segunda División

El Nàstic toca el cielo

El equipo de Tarragona, liderado por Pinilla, empata frente al Xerez y regresa a la Primera División 56 años después

Claudi Pérez

El fútbol le dio ayer una gran alegría a Tarragona. El Nàstic vuelve a la élite 60 años después: el club grana consumó el ansiado ascenso en el campo del Xerez en un partido anodino (0-0) sobre el césped, pero de lo más emocionante en las gradas -más de un millar de tarraconenses arroparon al equipo- y en la propia Tarragona, con miles de aficionados celebrando la irrupción del Nàstic en Primera. El partido contra el Xerez fue el colofón del particular annus mirabilis del Nàstic: con el 17º presupuesto de Segunda y una estructura semiprofesional, en su segundo año en la división de plata y sin apenas futbolistas conocidos, el club grana ha protagonizado una de esas historias que hacen del fútbol algo más que un deporte en el que, según frase acuñada por Lineker, "juegan once contra once y gana Alemania". Ayer le tocó ganar al Nástic. Y de qué manera.

Un empate y el punto final que necesitaba. El Nàstic fue fiel a sí mismo y salió bien plantado en el campo, sólido en la defensa y letal a la contra. Poco más o menos, como ha venido jugando todo el año. En estado de euforia desde hace semanas, sólo en los primeros minutos se notaron los nervios y la angustia propios de los grandes acontecimientos. El final de la Liga le ha dado todo el protagonismo al club tarraconense. Y el Nàstic supo estar ayer a la altura, jugó con pragmatismo e inteligencia y hasta tuvo oportunidades al final para llevarse la victoria.

El Xerez hizo de cortés invitado de piedra: le puso emoción al partido en un par de remates -uno de ellos a la cruceta- y basta. Hartos quizá de ver tantos ascensos en su propio campo -también lo lograron en este estadio en los últimos años Levante, Cádiz y Celta-, en Chapín se oyeron más los gritos de los hinchas del Nàstic que los de la afición del Xerez, que nada ya se jugaba. El club gaditano ha flirteado con el ascenso, pero se ha desinflado al final y ayer su afición lo pagó con el técnico, Lucas Alcaraz, al que le cantó varias veces eso de "Lucas, vete ya".

Tarragona destaca por un potente sector petroquímico y una pujante industria turística, al calor de la Costa Dorada, pero está lejos de ser una potencia futbolística: casi siempre a la sombra de Barcelona y del todopoderoso Barça, para encontrar la última temporada del equipo en Primera hay que remontarse a la 1949-50. Aún no jugaban en España ni Di Stefano ni Kubala. Pero el año próximo los tarraconenses se han ganado sobre el césped la posibilidad de ver desfilar a Ronaldinho, Beckham y compañía por el Nou Estadi. Lo de Nou (nuevo) es un decir. Inaugurado en 1972, el campo ha tenido incluso problemas de aluminosis, su aforo es limitado (12.000 espectadores) y tiene alguna que otra curiosidad: su tribuna es la del viejo estadio de Les Corts del Barça.

Pero el ascenso es sólo parcialmente una sorpresa. Con el gallego Luis César en el banquillo, la temporada pasada fue plácida para los de Tarragona. Acabaron séptimos. Los refuerzos de verano y los fichajes de invierno -el portero Rubén, el ex españolista Morales y el nigeriano Epkopi- sirvieron para apuntalar la estructura de un equipo fiable y bien armado desde atrás que, de la mano de una afición que le ha llevado en volandas, se ha plantado en la Liga siendo casi un desconocido pese a sus 120 años de historia: la sección de fútbol data de 1914.

El juego del Nàstic es sencillo y directo. Un 4-2-3-1 con dos pivotes y un solo punta. Fuerte defensivamente, empieza la presión muy arriba y en el ataque apuesta por un juego combinativo que no desdeña el pase largo y las segundas jugadas. Cuenta con jugadores rápidos y con desborde en la banda. No es el máximo goleador de la categoría, pero tiene a un jugador diferente: Pinilla. Ayer, el que fuera campeón olímpico jugó una hora, mandó mucho y tal vez no selló su partido más feliz, pero encarna como nadie la ilusión y el pulso firme del equipo durante todo el curso. La afición grana se desgañitó cantando lo de "es de Primera, el Nàstic es de Primera".

Miles de aficionados celebran en Tarragona el ascenso del Gimnàstic.
Miles de aficionados celebran en Tarragona el ascenso del Gimnàstic.EFE

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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