El 'amigo' de Teo regresa a Cádiz
El principal imputado por los desmanes de la Zona Franca de Cádiz, el ex delegado popular Manuel Rodríguez de Castro, regresó ayer a la capital gaditana de la misma manera que se marchó. Si en febrero de 2001, cuando se vio obligado a presentar su dimisión acuciado por numerosas denuncias de irregularidades, removió los cimientos del PP y dejó en una situación delicada a su principal valedora, la alcaldesa y presidenta de este organismo, Teófila Martínez, ayer sacudió de nuevo a esta formación y a la regidora popular cuando afirmó con total desparpajo que cuenta con el apoyo del PP y de su "amiga" Martínez.
Manuel Rodríguez de Castro aterrizó en Cádiz en julio de 1996 de la mano de la recién elegida alcaldesa. Con el beneplácito del entonces vicepresidente del Gobierno y actual presidente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, Teófila Martínez impuso su nombramiento por encima de la opinión y el candidato del PP de Cádiz, quien no entendió la llegada de un delegado sin experiencia ni vinculación con la Bahía gaditana.
Antes, trabajó en la constructora francesa Bouygues; después, como asesor político de Martínez cuando ésta era diputada, y, posteriormente, del grupo municipal del PP en Cádiz.
Su vinculación con la alcaldesa es irrefutable. Tanta que Teófila Martínez le defendió hasta hace tan sólo dos años. La envergadura de los informes y denuncias del Tribunal de Cuentas y de la Abogacía General del Estado le obligaron a cambiar su discurso de apoyo. Incluso le pidió la devolución de las grandes cantidades de dinero público que no ha justificado.
En sucesivas declaraciones, la dirigente popular se ha desmarcado tangencialmente de la gestión de Rodríguez de Castro y se ha agarrado a su papel "no ejecutivo" de presidenta de la Zona Franca para eludir cualquier responsabilidad en los procesos penales y de enjuiciamiento contable que pesan sobre Rodríguez de Castro.
Con todo, el ex delegado quiso dejar ayer bien claro una cosa: Teo sigue siendo su amiga. Lo repitió varias veces, aunque reconoció que no habla con ella desde hace tiempo. "Hay amistades que no necesitan conversaciones para mantenerse", precisó. Sorprendió la confesión abnegada de esta relación de amistad, casi igual que su vestuario austero y su amabilidad. Nada que ver con el apego al protocolo, al boato y al lujo que lució cuando dirigió la Zona Franca.
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