El parto
Habría que averiguar cuántos lectores han seguido la noticia del nacimiento en Namibia de la niña de Angelina Jolie y Brad Pitt y de las donaciones que los actores harán a escuelas africanas. Quien esto escribe se cuenta entre ellos. ¡Quién puede sustraerse al espectáculo de la belleza y la bondad! Habría que averiguar cuántos fueron los que leyeron el brillante artículo que el escritor Paul Theroux, gran conocedor del continente africano, escribió en las páginas de este periódico o los estudios que escriben expertos sobre las ayudas al desarrollo: las buenas obras de las grandes estrellas están empezando a tocar las narices a aquellos que saben que África necesita algo más que dinero. Si por dinero fuera, con lo que cobra un actor de Hollywood por una película se podría arreglar el sistema educativo de uno de esos países. Por desgracia se necesita algo más que esa solución simplona que curiosamente genera culpabilidad no en los que manejan el mundo, ni en los gobernantes corruptos de ciertos países pobres, sino en los trabajadores de los países desarrollados. Hay expertos irritados por el espectáculo de la buena fe de las estrellas. La pareja más bella del mundo decide irse a Namibia a tener su niña. Evidentemente, dice, eso genera curiosidad en el panzudo lector occidental por el continente olvidado. Pero curiosidad hacia qué, ¿hacia el país?, ¿o la curiosidad empieza y acaba en si el parto ha tenido lugar en el hotel o en el hospital? Esa pareja está estrechamente atendida por el Gobierno namibio. O sea, que al periodista que les importune se le deporta y punto. Y como guinda de la bondad sin fronteras deciden que la niña no será norteamericana. Exactamente lo contrario de lo que quieren todos los trabajadores que salieron en manifestación el mes pasado. Qué bonito sería que aquel que no quisiera ser norteamericano le cediera su pasaporte al latinoamericano que viene aquí a buscarse la vida. A lo mejor del intercambio renacía un país más saludable. Pero no nos engañemos: la nacionalidad del hijo de una estrella de Hollywood será siempre estadounidense. (Lo barato sale caro: entre aviones privados, médico estadounidense y custodia del Gobierno del país, un parto en Namibia se pone por un pico).
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