Buika

¿Has cuidado mucho tu agenda para mantenerte en el negocio?

He cuidado el interés por mantener mi nevera llena de comida rica y porque los niños estén guapísimos, rellenitos y estupendos. No me impresionan las fotos en las revistas, los reportajes en no sé dónde, ni los premios Washington...

Dijiste que sacar discos era lo de menos, pero en apenas un año llevas dos...

Los discos los saca la discográfica. Yo compongo temas, los discos no son mi responsabilidad.

¿Cuáles son tus responsabilidades?

Mi hijo, mis temas, mis conciertos... responsabilidades muy lindas; sacar discos es una movida de marketing para la que sólo están preparadas las discográficas. Yo tengo un corazón, no puedo vivir pendiente de si vendo o no.

¿No temías que un productor como Javier Limón se impusiese a ti?

Era imposible, porque ya tuvo la oportunidad de hacerlo y no lo hizo.

¿Y eso?

Le conocí cuando llegué a Madrid, pero él supo esperar, porque llegué bastante torpe. Necesitaba un par de años de rastreo, de bares y de clubes, que se abriera mi garganta, porque estaba bastante asustada.

¿Qué te aportó Madrid en esos años?

Inseguridad, muchísimo miedo, cosas que me hacían falta para poder caminar por el mundo. No se puede llegar a la ciudad como una cándida flor, porque pillas por todos los lados. Me ha curtido, pero no me lo tomo a título personal, porque cuando Madrid te acaricia te hace sentir en el cielo.

¿Prefieres los garitos a los festivales?

Estoy a gusto en un buen escenario, con un buen público, un buen sonido, un chupito de ron y un porrito en el backstage. Así estoy divina.