El regreso de los nativos
Los hispanos están terminando con el EE UU en blanco y negro
Estados Unidos afronta el regreso de los nativos. Según el planteamiento estadounidense de las cosas, el indio había desaparecido, había sido eliminado. Se estaba desvaneciendo hasta del recuerdo. Pero, de repente, surgen en el horizonte sureño personas que supuestamente ya no existían. Y los inmigrantes mexicanos que cruzan la frontera se perciben ahora como una intrusión.
Nos asalta la inquietante idea de que la historia no ha terminado, de que, por el contrario, nos encontramos en mitad de otro giro de la rueda que no se puede describir con palabras. Hacemos frente a un futuro al que no podemos bautizar. Así que hemos decidido denominar a esos inmigrantes hispanos, en referencia al monarca español que en su día gobernó México y el suroeste de EE UU. Pero la mayoría de los rostros que se aproximan a nosotros son de personas de sangre mixta: mestizos.
Es probable que la oleada más reciente de inmigración no sólo altere el destino de Estados Unidos, sino también el de Latinoamérica
No cabe duda de que llevan en el rostro la huella india. ¡Yo la llevo! La prolongada lucha entre EE UU y México comenzó como una disputa territorial en el siglo XIX. Antaño, México era el mayor de los dos países, pero perdió sus enormes tierras del norte -el actual suroeste de EE UU, desde Tejas hasta California, pasando por Nuevo México- cuando Estados Unidos comenzó a extenderse. En ambos países ese recuerdo sigue provocando ansiedad. Los mexicanos tienen la sensación de que ésta es una tierra que ancestralmente perteneció a México. Para EE UU, el que esa tierra esté siendo poblada de nuevo por gentes de habla hispana supone recordar ese aspecto extinguido de su historia. Ello desconcierta a muchos estadounidenses. En vez de un sentido circular del tiempo, en el que los acontecimientos se repiten, tienen una idea lineal de la historia, que sólo va en una dirección: hacia el futuro.
Es probable que la oleada más reciente de inmigración no sólo altere el destino de Estados Unidos, sino también el de Latinoamérica. La población hispana de EE UU supera los 40 millones de personas, lo que equivale a las dimensiones de países grandes de Latinoamérica. Para quienes vivimos en EE UU, está naciendo una nueva sensibilidad latinoamericana.
Una de las cosas que he visto en las enormes manifestaciones en favor de la inmigración celebradas recientemente en EE UU no es sólo familias enteras caminando juntas, sino también a colombianos caminando junto a mexicanos, que a su vez caminaban junto a dominicanos, y éstos al lado de guatemaltecos. Está aflorando una nueva identidad panhispánica, ¡y en Estados Unidos! Esas personas ya no son miembros de sus grupos étnicos o nacionales; desfilan como una nueva nación del mundo hispánico, y eso es revolucionario. A su vez, estamos viendo el hemisferio desde otro ángulo. Estados Unidos se está descubriendo a sí mismo dentro de las Américas. Es un descubrimiento novedoso para un país que tradicionalmente ha escrito su historia de Este a Oeste. Ahora está poblado por millones de personas, legales e ilegales, que describen EE UU como El Norte. Eso obliga al país a imaginarse también como parte de un eje Norte-Sur.
Experiencias
La experiencia inmigrante en EE UU es distinta de la europea. Por ejemplo, los magrebíes de Francia se enfrentan a un país y a una cultura completos en el metro, la televisión, la panadería o la radio. Francia, al igual que el resto de Europa, posee una cultura completa y formada desde hace mucho tiempo que no les necesita. En Estados Unidos existe la tradición de que son los inmigrantes quienes forjan la identidad estadounidense. Aquí no había ninguna identidad cuando llegaron los primeros inmigrantes, excepto la de los rostros indios que ahora están regresando. En este país, el inmigrante, al menos en el plano teórico o mítico, tiene la posibilidad de aportar algo a la nación. Naturalmente, en EE UU hay quienes dicen ahora: "Somos una nación completa. No necesitamos a más inmigrantes". Pero, en general, la idea de que los inmigrantes contribuyen a una obra en curso sigue dominando la imaginación estadounidense.
Pasado y futuro se encuentran en el Estados Unidos actual. Es en esta frontera del tiempo donde el país tiene intención de plantar tanques y soldados, y corren rumores sobre un muro. Lo que revela esa obsesión tal vez sea la ansiedad nativista de un país que ha sido blanco y negro desde su fundación. Un futuro matrimonio con los latinoamericanos implica la introducción de la cultura mestiza o mixta, lo que José Vasconcelos, ministro de Educación en la revolución mexicana, denominó "la raza cósmica". Esa transformación es subversiva, y libera a EE UU de su dialéctica del blanco o negro. En definitiva, lo que los mestizos aportan a EE UU es una idea de impureza. Al fin y al cabo, somos un pueblo que transgrede las fronteras. Ése es nuestro don.
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