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Motociclismo | Gran Premio de China
Columna
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Su gran baza es él mismo

El deporte tiene estas cosas. Demasiado a menudo, cuando una figura prometedora avanza hacia la gloria con pasos de gigante, inevitablemente surgen corifeos de toda suerte, especialmente del gremio de los menos informados, lanzando campanas al vuelo antes de tiempo sin cortarse un pelo. De acuerdo, lo que está haciendo Pedrosa impresiona. Dejando aparte su trayectoria previa, espectacular donde las haya, pocos pilotos debutan en la clase máxima rozando el podio en las tres primeras pruebas y encaramándose a lo más alto en la cuarta, habiendo firmado además la pole y la vuelta rápida. Se ha adaptado muy rápido a la categoría, ya no tiene problemas con el push start (puesta en marcha de la moto empujándola desde parado) y arranca casi tan bien como lo hacía en 250cc, catapultado hacia delante. Tras esta carrera, se sitúa el tercero en el Mundial, con 57 puntos, tres puestos por delante de Valentino Rossi, el campeón vigente. Claro, es un verdadero fuera de serie, pero... cuidado.

"La lucha por un título es intensa. Te vas a la cama sabiendo que tienes una ventaja o una desventaja de tantos puntos y te despiertas pensando en lo mismo (...). Siempre sabes dónde estás en la tabla. Cansa mucho más cuando vas primero y te aprietan". Así le hablaba Wayne Rainey, campeón mundial de 500cc en 1990, 1991 y 1992, al veterano cronista Dennis Noyes para explicarle la fatiga psíquica que supone luchar por el título cuando se tienen posibilidades reales. Y, aunque su charla giraba en torno a la hipotética desmotivación que podría afectar al italiano, el cuento admite otras variantes.

La presión sobre un piloto que se juega un campeonato es fuerte: equipo, mánager, rivales, patrocinadores, aficionados, prensa... Todos esperan lo máximo de él. Eso, a veces, puede ser más dificil que correr en moto. Ha habido tipos potencialmente muy buenos que se han venido abajo ante unas expectativas demasiado agobiantes. Charly Giró, hijo del tècnic de Ossa, Eduardo Giró, tenía grandes dotes y llegó a destacar en 125, pero las cosas se le torcieron por el estrés. Tal vez el caso más sangrante fuera el del gran Freddy Spencer, ganador en 1985 de los títulos de 250cc y 500cc, cuando competir simultáneamente en las dos clases era posible -Aspar aún lo hizo en 80cc y 125 cc logrando ambas coronas en 1988-. Fast Freddie no pudo reponerse de la fatiga psíquica y física acumulada y, al poco tiempo, abandonó la primera línea.

Pedrosa posee grandes cualidades, entre ellas su autodisciplina y una moral de hierro. Le ayuda tener un mánager como Alberto Puig. Pero su mayor baza la tiene dentro de sí: es él mismo. Su éxito no vendrá por que todos lo anuncien antes de tiempo. Si no presta oídos a lo que se dice de él -incluida esta columna- y va a lo suyo, tiene la mitad del camino hecho. Me reservo el pronóstico, claro.

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