_
_
_
_
_
Reportaje:Fútbol | 21º título español en Europa

"¡Opá, yo viazé una finá!"

Tras retrasos de hasta 12 horas, los hinchas sevillistas se mezclaron sin problemas con los británicos que bebían por las calles

"¡Bollulos Par del Condado es sevillista!", se podía leer en una pancarta de tela sobre los miles de sombreros de paja que coronaban las cabezas de los seguidores del Sevilla. La leyenda, junto a otras menores sobre el sevillismo incondicional de Sanlúcar La Mayor, colgaba de una ventana abierta a la plaza donde estaba instalada la carpa del equipo. En el escenario, una presentadora de una televisión sevillana coreaba consignas victoriosas. Por los altavoces, karaoke sincopado de los himnos futboleros más populares o ritmos flamencos.

Poco después, el presidente del club andaluz, José María del Nido, cogía el micrófono y pedía a los aficionados que se comportaran con decoro. Y que no se preocupasen por las noticias que les llegaban. Una parte considerable de los hinchas había tenido que esperar en el aeropuerto de San Pablo. Algunos, 12 horas. Finalmente, los 38 aviones repletos aterrizaron en Eindhoven, en sus cercanías y... en Francfort (Alemania), a unos 400 kilómetros. "Todos van a llegar a tiempo", auguraba Del Nido. Sin embargo, en Sevilla había un notable alboroto. Gente que llevaba desde las dos de la madrugada aguardando no había despegado a primera hora de la tarde.

Karaoke sincopado de los himnos futboleros y ritmos flamencos en la carpa del club español
Más información
El Sevilla más grande

En total, ayer deambulaban por las calles de la ciudad de la multinacional Philips cerca de 11.000 sevillistas y un número casi idéntico de aficionados ingleses. Junto a ellos, una decena de furgones policiales. Pero los seguidores de ambos equipos se mezclaron, a pesar de agotar casi las existencias de alcohol, sin el menor problema.

Los británicos fueron mucho menos ruidosos que los españoles y su carpa mucho menos animada, aunque también contaron con su consabido escenario y sus animadores. También, con menos mujeres. De hecho, entre los hinchas del equipo de Nervión había hasta una niña de tres años, Carmen, ya socia. "Hemos venido 24", comentaba un histórico abonado, un fijo en los desplazamientos. Junto a unas lonchas de jamón y lomo, Paco recordaba que él, si el equipo ganaba, habría esperado a tener la sesentona cumplida y, sin embargo, su nieta "ni se enterará" por su juventud. El padre de la criatura es un bético "infiltrado" que se señalaba los labios pidiendo un silencio cómplice sobre su condición. También circulaba por las callejuelas céntricas un concejal del PSOE que se paraba para hacerse fotos con quien se lo solicitaba. También, varios dirigentes del Sevilla, distinguibles, principalmente, porque llevaban traje y corbata. Además, en el palco estuvieron los Príncipes de Asturias; el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes. Pablo Alfaro, ex del Sevilla, estaba en ese momento en el hotel de concentración del equipo con los que fueron hasta hace poco sus compañeros.

Porque los sevillistas no se olvidan del Betis. Una de las curiosas estampas de confraternización entre las dos hinchadas fue ver como un chaval del Middlesbrough se sujetaba con camaradería a cuatro sevillistas para cantar a coro consignas contra Manuel Ruiz de Lopera y el equipo rival de la ciudad: "¡Musho Beti, musha mierda es", gritaba el inglés mientras le grababan con una cámara. Luego, cuando pretendió cantar un solemne himno de su equipo, le dejaron de lado. No lejos de allí, un hombre, sin ningún disimulo, llevaba un cartel en el que se podía leer manuscrito: "Tickets for sell". Vendía entradas a 400 euros cada una a tres horas del comienzo del choque. Poco después, y por la misma zona próxima al estadio, otro se ofrecía a comprar billetes, aunque no estaba dispuesto a pagar más de 200 euros.

El grupo de sevillistas alcanzó su clímax cuando aparcó junto al recinto donde juega habitualmente el PSV el autobús de su equipo. Miles de banderas anudadas a los brazos empezaron a girar sobre el eje de las extremidades y se pudo escuchar a varios metros a la redonda: "¡Mi Sevilla campeón!". Del vehículo se fueron bajando poco a poco los futbolistas, que saludaron a los aficionados. Sólo uno llevaba los clásicos auriculares para escuchar música en las orejas. Varios comentaron en privado que era el partido "más importante" de sus vidas. Y, por la cara que llevaban Javi Navarro o Dani Alves, parecía cierto.

Entre los arremolinados junto al autobús, alguno fue capaz de colarse entre el cordón policial. Pero nada sucedió. Ni la policía respondió con nerviosismo ni los que rompieron la cadena hicieron nada para provocarla. Otros hinchas agitaban las manos y dejaban ver en su espalda una curiosa frase: "¡Opá, yo viazé una finá!", parodiando un estribillo que ha puesto de modo un tipo llamado El Koala y que originalmente dice: "¡Opá, yo viazé un corrá"!

No mucho después llegó el autocar para dejar frente a las puertas a los jugadores del equipo inglés. No se repitió la escena. Había muchos menos hinchas, aunque globalmente hubiera más en la ciudad que sevillistas. Uno de ellos, Paul, ya estaba el pasado sábado recogiendo su entrada: "Sí, me acuerdo de cuando la recogí", comentó antes de contar su experiencia: "He tardado miles de horas en llegar. Fui en tren hasta el Sur. Después, en barco hasta Francia. Y desde allí, en autobús hasta aquí". Y remató: "Estoy cansado". Caminaba solo, aunque aseguraba que conocía a un montón de los chicos que vagaban con su camiseta roja con el león del Middlesbrough: "Viejos compañeros de colegio, gente que veo por los pubs y chicos que están estudiando ahora en la Universidad conmigo". Muchos de ellos tuvieron que ver el partido en las pantallas gigantes instaladas en las respectivas carpas de los dos equipos. En principio, esas pantallas no iban a ser instaladas para desanimar a que se viajara sin entrada.

Un seguidor del Sevilla se eleva sobre sus compañeros para dirigir los cánticos.
Un seguidor del Sevilla se eleva sobre sus compañeros para dirigir los cánticos.GARCÍA CORDERO
Un grupo español muestra su ilusión y hace suya una estatua.
Un grupo español muestra su ilusión y hace suya una estatua.GARCÍA CORDERO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_