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¿El definitivo fin del nacionalcatolicismo?

Sólo el 49% de los jóvenes españoles de entre 15 y 24 años se consideran católicos. En sólo 10 años, de 1995 a 2005, este porcentaje ha experimentado un descenso notable, pasando del 77% al 49%. Así se desprende del informe Jóvenes españoles 2005, realizado por la Fundación Santa María y dirigido por el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Pedro González.

Los datos de este informe son concluyentes por lo que respecta al alejamiento de los jóvenes españoles de la Iglesia católica. Sólo el 10% de ellos se consideran ahora católicos practicantes, aunque el grupo más importante (el 39%) sigue siendo el de los que se autocalifican como católicos no practicantes. En los últimos 10 años se han producido unos descensos considerables en ambos casos, ya que quienes se proclamaban católicos practicantes en 1995 eran el 19% -casi el doble que ahora- y quienes se consideraban católicos no practicantes eran el 49% -esto es, 10 puntos más que ahora-. Se ha producido un incremento de los que se definen como indiferentes o agnósticos -el 21% se ha convertido en el 25%-, pero es mucho más relevante el crecimiento del porcentaje de los que se consideran ateos (del 8% de 1995 se ha pasado al 21% de 2005) y se ha mantenido en el 2% el porcentaje de quienes se declaran creyentes en otras confesiones religiosas.

Para los jóvenes lo más importante es la salud, la familia y los amigos, y lo menos, la religión

Aunque es cierto que se producen variaciones significativas en las diversas comunidades autónomas, no es menos cierto que en todas ellas crece el distanciamiento de la juventud de la Iglesia católica. Sólo en algunas comunidades son mayoría los jóvenes que se consideran católicos, aunque sólo en el caso de Andalucía éstos llegan al 60%. La práctica de la religión católica es muy minoritaria entre nuestros jóvenes y se sitúa muy por debajo de los porcentajes de los que se definen como indiferentes o agnósticos, o incluso de aquellos que se consideran ateos. En el caso de Cataluña, los datos son aún más elocuentes: el 3% de católicos practicantes y el 29% de católicos no practicantes (en total, pues, sólo el 32% de católicos), mientras que el 35% se proclaman indiferentes o agnósticos y el 27% se autocalifican de ateos.

Del estudio realizado por la Fundación Santa María llaman la atención no sólo estos datos, sino también el hecho de que este espectacular distanciamiento de los jóvenes españoles con respecto a la Iglesia católica ha tenido lugar en un periodo muy breve, de sólo 10 años, y que casi todo este periodo -ocho años, de 1996 a 2004- ha coincidido con los gobiernos del PP presididos por José María Aznar, con un notable protagonismo político y social de la jerarquía eclesiástica española. Llama también la atención que el 49% de los jóvenes creen que las clases de religión no les han servido prácticamente de nada, que el 27% opina que les han servido sólo de algo y que únicamente el 9% dice que les han servido de mucho.

El informe presenta un retrato nada convencional de nuestros jóvenes, que critican mucho el terrorismo, la violencia sexista y el vandalismo, y son muy respetuosos y tolerantes no sólo con la inmigración, sino también con la homosexualidad y el aborto, en ambos casos en abierta discrepancia con la doctrina católica. No es extraño, pues, que la Iglesia católica sea la institución que les inspira menos confianza (el 85% desconfía de ella), por detrás incluso de las grandes empresas multinacionales y de la OTAN. Por el contrario, las asociaciones de voluntariado, el sistema de enseñanza y la Seguridad Social son las instituciones en las que más confían. El 82% considera a la Iglesia demasiado anticuada en materia sexual y el 79% la cree demasiado rica, aunque cerca de la mitad valora su ayuda a pobres y marginados. A pesar de todo ello, el 43% desea casarse en una ceremonia católica, aunque el 22% prefiere el matrimonio civil y el 16% opta por las uniones de hecho.

Consumistas y algo inmaduros, poco interesados por la política pero casi siempre a la contra, nuestros jóvenes consideran que lo más importante para ellos es la salud, la familia y los amigos, y colocan la religión en el último lugar. ¿Es el definitivo fin del nacionalcatolicismo en nuestro país? ¿Es ésta ya la hora en que la religión pasa a ser, tanto en toda España como en Cataluña, sólo una creencia y una práctica personal?

Jordi García-Soler es periodista.

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