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Crónica:Fútbol | 31ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Villarreal gana con oficio

El equipo de Pellegrini, con la mente en la 'Champions', sorprende al Zaragoza tras un descuido de César

Jordi Quixano

El Villarreal, paradigma absoluto de la efectividad, doblegó a un infructuoso y estéril Zaragoza, que pagó por igual su carencia rematadora como el descuido de su portero. Achuchó, apretó y estrujó el conjunto maño. Pero nunca estranguló. Y el Villarreal, que salió con una alineación de circustancias porque miraba de reojo la eliminatoria de Champions contra el Inter, resolvió más por oficio que por otra cosa.

Se señaló a sí mismo como el culpable, alzó la mirada para luego entornar los ojos recriminándose el error y se mordió el labio inferior con los dientes a modo de flagelación. El portero César Sánchez cayó en el error de hacer caso a un presentimiento, de pensar que la falta de Roger, escondido tras la barrera, iría a su izquierda. Cuando la fina zurda de Roger golpeó el cuero, César ya estaba demasiado lejos y se limitó a hacer la estatua, a mirar la pelota con los ojos con la esperanza de que la pelota no entrara en su portería. Pero entró y el Villarreal, en un alarde increíble de efectividad, sentenció el partido. Un disparo, una cantada y un gol. Del Villarreal, hasta entonces, nada se supo. Que le costaba trenzar, que era poco aseado a la hora de combinar, a lo sumo. Quizá porque Pellegrini tuvo a bien tirar de banquillo para oxigenar las piernas de sus futbolistas más determinantes, para preservar las fuerzas y el aliento de cara al Inter.

ZARAGOZA 0 - VILLARREAL 1

Zaragoza: César; Ponzio, Álvaro, Gaby Milito, Toledo (m.64, Aranzabal); Óscar (m. 57, Savio), Zapater (m. 80, Sergio García), Celades, Cani; Ewerthon y Diego Milito.

Villarreal: Viera; Josemi, Quique Álvarez, Gonzalo Rodríguez, Arruabarena; Cazorla, Josico, Tacchinardi, Roger (m.69, Sorín); Guayre (m. 18, Jose Mari) y Forlán (m.

83, Héctor Font)

Goles: 0-1. M. 44. Roger lanza una falta desde fuera del área y César no reacciona.

Árbitro: González Vázquez. Mostró la cartulina amarilla a Tacchinardi, Toledo, Cani, Quique Álvarez, Arruabarrena, Ponzio, Cazorla.

Unos 24.000 espectadores se dieron cita en La Romareda.

Las ausencias de Riquelme y Senna, los genuinos barómetros del Villarreal, dejaron paticojo al equipo. Tampoco salieron de inicio Sorín y José Mari, futbolistas tan anarquícos como relevantes. Pero José Mari ingresó en el campo temprano; Guayre se sufrió una lesión muscular y prolongó sus desavenencias con la temporada. Josico hizo las funciones destructivas de Senna con cierta solvencia y difuminó la posible carencia. Pero que Riquelme no se enfundara la zamarra propició que el Villarreal quedara desnudo; Tacchinardi, futbolista italiano de corte defensivo, no remueve el balón, no asiste a la línea de arriba y no combina con presteza. Hace, más bien, de cartero; siempre se acerca al jugador al que quiere pasarle la pelota. Riquelme, si cabe, otorga una velocidad inferior al balón. Pero sus pies siempre brillan y hacen brillar el resto. Tacchinardi, sin embargo, con el marcador favorable, es muy valioso porque refuerza las tareas destructivas.

Al Zaragoza le pesó llevar el ritmo del partido. Estaba espeso en las transiciones y se limitaba a levantar la cabeza, a buscar ese hueco que exige la velocidad de Ewerthon. No fue un mal recurso porque su sombra, Gonzalo Rodríguez, quedó desquiciado por momentos. El argentino es un central de excelentes reflejos, que guarda siempre la posición y que saca con criterio delicioso la pelota desde atrás. Pero siempre peca de lo mismo: tiende a irse con facilidad al suelo para rebañarle la pelota al rival. La característica, de no robar la pelota, no le supone un excesivo problema porque su velocidad de reacción le permite corregirse a tiempo. No así con Ewerthon, que en un metro le saca diez al zaguero de turno. Pero el brasileño renquea en el aspecto técnico. De ahí que malograra cuatro ocasiones. Dos claras. Y Gonzalo Rodríguez, aprendida la lección, le aguardó y solventó el dilema.

Tan frágil se mostró la delantera aragonesa como infranqueable la empalizada amarilla. Los laterales del Villarreal ataron en corto a Cani y Óscar y Quique Álvarez se complementó con Rodríguez. Tal fue la eficiacia defensiva castellonense que el Zaragoza se limitó a asustar con disparos lejanos. Ponzio, carrilero puro porque Roger, apatico y perezoso, no le seguía en las carreras,disparó tantas veces como Ewerthon. Con la misma fortuna.

Sin bajar los brazos porque la posibilidad de acercarse a los puestos europeos se lo exigía, el Zaragoza siguió cercando el marco rival. Pero fue Forlán quien atragantó todas la gargantas de La Romareda con el segundo disparo del Villarreal. Dio en el palo. Dos disparos, una cantada, un gol y un palo.

Celades intenta un despeje ante Forlán.
Celades intenta un despeje ante Forlán.EFE

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