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De enfermería a morgue

La enfermería de la Residencia San Lorenzo de Brindis fue pasto de las llamas durante 50 minutos. El fuego atrapó a cinco enfermos, los que se encontraban en peor estado de entre los 120 internos, los que necesitaban vigilancia constante y no tenían ni el más mínimo grado de movilidad: cuatro hombres y una mujer, entre ellos Alberto Martínez, de 80 años, padre de uno de los directores de la residencia que se encontraba ingresado desde hacía varios años y en muy frágil estado de salud.

Los cuerpos estaban carbonizados, cada uno en una cama hospitalaria. Según fuentes de la investigación, de toda la estancia sólo eran reconocibles los esqueletos de hierro de las camas.

La enfermería está situada al final de un pasillo del ala este de la primera altura del edificio. En cien metros cuadrados se disponían las camas, armarios, instrumental y dotación asistencial propia de una habitación de hospital, con tomas de oxígeno incluidas. Según Bienestar Social, un médico estaba siempre pendiente de esos enfermos.

El informe de bomberos, según las mismas fuentes, menciona que el oxígeno ayudó a la propagación del fuego. La estancia tiene un ventanal hacia el exterior, hacia la zona de jardín.

A lo largo del pasillo que conduce a esa última habitación donde se ubicaba la enfermería hay varias salidas de emergencia. Sin embargo, el incendio, en un espacio del que para salir había que retroceder y en el que había pacientes sin movilidad ni autonomía, convirtió la enfermería en una morgue. Los bomberos, apuntan fuentes del caso, recogieron en el informe de su primera inspección que la residencia contaba con medidas de seguridad. Lo que la investigación tendrá que despejar es si eran adecuadas para responder en situación límite, teniendo en cuenta que albergaba en sus dependencias a personas que necesitan de otras para manejarse.

Ayer, la policía recogía restos del habitáculo para identificar todos los agentes que contribuyeron a la catástrofe y un arquitecto certificaba que el edificio no sufría daños estructurales, ni siquiera en la zona del fuego.

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