Su teatro
El día después del Día Mundial del Teatro me presento en la taquilla de un teatro de mi ciudad. Resulta que, quizá para celebrar dicha festividad, las entradas más baratas (12 euros) ya sólo se encuentran en el segundo anfiteatro. Así que me enfrento a dos problemas. El primero es el económico. Tengo 20 años y soy estudiante (creo que sobran las explicaciones).
Pero mi indignación se incrementa cuando veo butacas del patio vacías. Pues sí, resulta que esos asientos han ido a parar a otros peces más gordos que yo (¿de verdad pensaban que a los políticos les iba a interesar el teatro?).
El segundo problema es el de la visibilidad, y no sólo porque tenga que agudizar la vista y mover la cabeza cada vez que lo hagan todos los de delante, sino que también tengo que esquivar las columnas. Cuando reconstruyeron el Liceo de Salamanca no pensaron que la función primera del teatro es ver teatro. Prefirieron conservar esos apoyos, que ya no eran necesarios para sustentar el edificio.
Por estas razones es tan difícil encontrar jóvenes en el teatro. Éste no es el teatro del pueblo, es el de algunos privilegiados, que deben de creer que la cultura es algo superfluo.
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