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Entrevista:Vela | Vuelta al Mundo

"La próxima generación de barcos será una bomba"

Pepe Ribes, proa del 'Movistar', y Guillermo Altadill, jefe de guardia del 'Ericsson', hablan de sus experiencias "en pleno océano, a 2.000 millas de tierra, donde si se rompe la nave te vas a pique"

Juan Morenilla

El termómetro se dispara a los 45 grados dentro de los veleros de la Vuelta al Mundo en Río de Janeiro. La humedad es extrema. Agotados por el calor y la dura jornada de trabajo, Guillermo Altadill, de 43 años y jefe de guardia del Ericsson, sueco, y Pepe Ribes, de 34, proa del Movistar, español, comparten sus experiencias después de cinco meses de competición.

A. Dije que todos los barcos iban a tener problemas y mis expectativas se han cumplido. Cuando verdaderamente se prueban es en la regata y en condiciones duras. Inconscientemente, en los entrenamientos no aprietas tanto. El ABN [holandés] tenía más posibilidades de no romper porque se ha entrenado más y ha tenido dos veleros. Son los mejor preparados y los más rápidos. Se permiten el lujo de perder 40 millas y escaparse otra vez. Con mantenerse al frente de la flota les basta.

Ribes: "Un programa informático nos dice lo que hacer, pero la decisión de poner una vela u otra es nuestra. No te puedes fiar sólo de la máquina" Altadill: "Opino diferente. La mejor táctica es tener un velero rápido y fiable. El 'ABN' es el más rápido en casi todas las condiciones y no tiene la mejor tripulación"

R. Son los más fiables. Han tenido un barco de segunda generación y, si no tienen un desastre muy grande, son inalcanzables. En cuanto a nosotros, esperaba que íbamos a romper menos. ¡Hemos roto en todas las etapas! Cuando comenzamos, el barco tenía ya 28.000 millas y lo habíamos apretado. Habíamos logrado el récord mundial de velocidad. Cada vez ha sido un problema diferente: de estructura, de mal diseño de la parte de abajo y de mala construcción. No estoy disfrutando mucho.

A. Yo estaba preparado. Sabía que los barcos iban a romper. Así que has de intentar disfrutar. Son barcos bastante duros. Las velas son muy pesadas... A mí me gusta ir rápido, pero hay mucho trabajo para nada. Ver a cinco personas moviendo las velas de un sitio para otro me parece ridículo. Ya era duro antes con un barco de 60 pies y 12 tripulantes. Ahora somos menos [10], el barco es más grande, las velas son más pesadas y hay más trabajo.

R. Los momentos en los que he disfrutado, como en la última etapa larga, en la que hemos navegado rápido, no compensan los dolores de cabeza que me da este barco. No sé si cuando crucemos el Atlántico por el Norte y volvamos a navegar rápido disfrutaré, pero ahora no. En la primera etapa nos retiramos, en la segunda tuvimos problemas con los hidráulicos, en la tercera ganamos al ABN de milagro porque desde la segunda noche teníamos el barco roto y en la última notamos turbulencias abajo. Estamos pensando más en qué se va a romper que en disfrutar.

A. Hay momentos que son duros no por la regata en sí, sino porque cualquier maniobra es una eternidad. Todo es muy pesado.

R. Me siento un poco frustrado. He estado involucrado en este proyecto desde el minuto cero. He estado muchas horas intentando que el barco no se rompa y, sin embargo, se rompe.

A. Eso es parte del juego. Yo me divierto cuando las cosas se rompen y hay que arreglarlas. Lo que no me gusta es tener que retirarme. Las roturas que puedas arreglar son divertidas hasta cierto punto. Retirarse de una etapa no lo es. Al final de esta Vuelta, los barcos serán totalmente fiables y divertidos. Ahora estamos en la curva de aprendizaje y lo estamos pagando en sufrimiento. Si a mitad de etapa has roto, lo único que haces es intentar mantener el barco de una pieza para acabar.

R. En nuestro barco se vive mucho la competición. Cada seis horas vemos dónde están los demás para saber si ganamos o perdemos. La prueba tiene mucho de aventura porque por donde pasas no ha pasado nadie. En el Sur no se ve a ningún barco. Pero yo vivo que estoy compitiendo.

A. Se compara la Vuelta al Mundo con la Copa del América, pero es la misma diferencia que entre una carrera de 100 metros y otra de 5.000. Aquí hay que ganar. El último no tiene ningún mérito. Pero hay que dosificarse porque no es un esprint. Es pura competición. Nadie viene a pasar una aventura. No estás en un estadio ni en un circuito, sino en pleno océano y a 2.000 millas de la tierra más cercana. Si se rompe la nave, te vas a pique.

R. Son pequeñas regatas de seis horas. Si cuando nos dan la posición hemos perdido 10 millas, es un desastre. Hay algo que haces mal porque los barcos de Farr [Bruce, el diseñador del Movistar, el Ericsson, el Piratas y el Brazil 1] corren casi lo mismo. Por eso la figura del navegante es muy importante. Es fundamental el trabajo que se ha hecho antes, el estudio de las velas y de los ángulos en los que el barco navega rápido. Un programa informático nos dice lo que hacer, pero la decisión de poner una vuela u otra es nuestra. Tomamos decisiones sin tener en cuenta al ordenador. No te puedes fiar sólo de la máquina.

A. Opino diferente. La mejor táctica es tener un barco rápido y fiable. De hecho, el ABN es el velero más rápido en casi todas las condiciones, pero no se puede decir que tiene la mejor tripulación. Lo más importante en la Vuelta al Mundo es que la regata empieza muchos meses antes y luego no te permiten cambiar nada. Todos los fallos y los aciertos te los comes desde el primer día al último. El que hace la prerregata más larga es el que gana. Siempre ha sido así. No hay sorpresas. En la tripulación puede haber puntos débiles, pero es una diferencia mínima.

EL PAÍS. ¿Cómo es la convivencia?

R. A bordo se viven unas condiciones muy especiales. Y eso que, a pesar de ser un espacio muy pequeño, te cruzas con muy poca gente. De los 10 tripulantes, yo me cruzo con seis. Hay gente con la que no tengo relación. Al otro proa y al que hace pareja con él en la guardia no los veo. Cuando yo entro, ellos salen.

A. Si yo tratara a un perro como a un tripulante, me denunciarían a la protectora. Después de dos semanas, te degradas. Estás sucio, pierdes los modales... Estás en un ambiente en el que no hace falta la educación. Haces lo que te da la gana si no molestas al de al lado.

R. Yo no tengo problemas con nadie. Con quien más roces tienes es con tu par. Por tonterías. Me haría tener problemas que me dejaran algo sin empaquetar, por ejemplo, pero lo he dejado bien claro desde el principio.

A. Cada vez soy más intransigente. Cuando empecé a hacer Vueltas, no daba tanta importancia al cómo quedar en las regatas. Pero ahora soy cada vez más exigente. Quiero estar delante. Ya no haces esto como un objetivo de tu carrera, sino para ganar. Por eso, cuando las cosas van mal, te vuelves más agresivo. El estrés de la competición provoca roces y, en un espacio tan pequeño, te tienes que reprimir para no decirle a alguien que... En realidad, no hay una convivencia con la gente, sino un trabajo en común.

R. Mi problema es la comida. No me gusta. Me la como porque noto que pierdo un montón de fuerzas. Soy el que más peso pierde: hasta 10 kilos en una etapa. En la anterior Vuelta tuve muchos problemas de hongos, de piel, por la humedad. No me limpiaba en 15 días. Ahora usamos toallitas húmedas y me intento lavar más veces.

A. A mí la comida liofilizada me gusta. Me he acostumbrado.

E. P. ¿Se pasa miedo?

R. No. Yo pasé más miedo la pasada vez porque no sabía qué hallaría en el Sur. Me impresionaron las condiciones del Pacífico y el Índico. Ahora me he acostumbrado. Casi nos hundimos y estaba preparado para saltar a la lancha. Tenemos un papelito con lo que ha de hacer cada uno. El navegante había dado tres avisos. Teníamos las bolsas de seguridad y las bengalas en cubierta, la balsa preparada... Yo tenía el traje de supervivencia puesto... Todos, sincronizados. Se apagaron las luces y el agua nos llegaba a la cintura.

A. Nos alcanzó un rayo, pero fue divertido. Se estaba quemando la punta del palo y era curioso. Las condiciones más duras fueron en el cabo de Hornos. Teníamos una borrasca detrás y las olas eran increíbles. El fondo pasa de 4.000 metros a 70 y nunca en mi vida había visto unas olas tan grandes. Eran como agujeros. Son muy grandes y rompen mucho. Si vas muy rápido y las surfeas, te puedes caer.

R. Nuestro censor midió olas de 14 metros.

A. Me dijeron 'no mires hacia atrás'. Miré y me impresionó. Te caen miles de toneladas de agua encima y no controlas el barco.

R. El viento llegó a 50 nudos. Si vas rápido y controlas el barco, no hay problema. Pero, si no, pasas miedo. En el viaje desde Australia pasamos dos horas con el barco acostado. No lo levantábamos.

E. P. ¿Saben qué pasa fuera?

R. Yo me entero sólo del resultado del Valencia. Me lo envía mi novia cada fin de semana. Al barco llega un correo electrónico con noticias, pero no las leo.

A. Yo empecé la etapa con tres hijos y, cuando llegué, me enteré de que voy a tener otro.

E. P. ¿Volverán a la Vuelta?

R. Navegar es lo que más me gusta y esta regata es lo máximo. Cuando hice la pasada, era el tío más feliz. Si hay otra, quiero hacerla porque la siguiente generación de barcos va a ser la bomba. Van a ser mucho más rápidos.

A. Ésta es mi sexta Vuelta desde que empecé, en el 89. Haría otra si soy yo quien lleva el proyecto. La próxima vez quiero hacerlo a mi manera. Quiero decidir yo y hacer mi propio equipo.

Guillermo Altadill (a la izquierda) y Pepe Ribes.
Guillermo Altadill (a la izquierda) y Pepe Ribes.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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