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EL ENREDO
Columna
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Guerras de sexos

PENSARÁN USTEDES, y con razón, que soy un simple, pero una fotografía de un hombre rodeado de mujeres me parece una imagen de culto al hombre, no una apología del feminismo. Si el hombre es el presidente del Gobierno, y en el relato que acompaña a la fotografía aparece como el héroe que da protagonismo a las mujeres, y las mujeres se lo agradecen mirándole sonrientes..., qué quieren que les diga. Seguro que soy yo, que no la sé ver, pero mucha reivindicación feminista no veo. Para el año que viene, en el Día de la Mujer Trabajadora se puede completar el acto con una poesía: "A ZP queremos, a ZP adoramos, él nos da el trabajo, nosotras trabajamos".

En cambio, con la otra polémica reciente sobre hombres y mujeres, la de Zaplana contra De la Vega, voy con De la Vega. Y mira que me cae bien Zaplana, pero esto no es el fútbol, donde uno tiene que seguir siempre el instinto de su simpatía. "La señora De la Vega, que tan aficionada es a disfrazarse, que se disfrace por un día de vicepresidenta y conteste a la oposición", dijo Zaplana, y le faltó añadir: "Cagon los trapitos de la leche". Era el subtexto. Eso le pasa a la vicepresidenta por vestirse de colorinchis. En las Cortes, por una rara conjunción, todos los hombres visten igual, como si pertenecieran a una secta o hubieran hecho una promesa colectiva a Cortefiel. Traje, corbata y raya al lado (o calvicie). No es tan fácil encontrar en la calle hombres vestidos así. Sí los hay, claro que los hay, pero no son mayoría. Y en las Cortes son todos. El día que sesenta diputados se vistan de colores habrán cambiado más cosas en España de las que pueda parecer.

A los hombres nos queda mucho para ser capaces de disfrutar de un sábado de compras sin cara de asco

Para los hombres, el vestuario femenino es desconcertante. Ya nos pueden hacer metrosexuales, ubersexuales o camachosexuales, pero nos queda mucho por recorrer para ser capaces de disfrutar, algún día, de un sábado de compras sin cara de asco. Hay toda una mitología de orgasmos femeninos fingidos, pero qué hombre no ha fingido alguna vez placer yendo de compras. El cine ha reflejado siempre este desconcierto por el vestuario, y lo sigue reflejando. El vestuario femenino en ambientes masculinos es muy llamativo. Incluso por ausencia: el no-vestuario de Sharon Stone en el muy masculino ambiente del interrogatorio de Instinto básico era el centro de la película. Ahora llega la segunda parte, que será un éxito, porque la unión de sexo, aventura y peligro es infalible. No hay más que ver el éxito de seguimiento que ha tenido la negociación del Estatut. Cambios de pareja, citas clandestinas, promesas ambiguas y un lío tan fenomenal que nadie sabe si ERC es el asesino o el cadáver.

Ahora podríamos discutir sobre si Instinto básico reproduce un modelo de mujer que utiliza el sexo para progresar o muestra una mujer emancipada que manipula a los hombres a su antojo. "También hay hombres que utilizan el sexo para conseguir lo que quieren", dice un personaje de Frasier, la serie de televisión que emite Canal+. Y Frasier, el psiquiatra, zanja la discusión de forma contundente: "¿Cómo quieres que los hombres utilicemos el sexo para conseguir lo que queremos, si precisamente lo que queremos es sexo?".

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